A menudo las personas no se tratan muy bien a sí mismas; se critican, se desprecian,
se insultan, se rebajan o piensan que no son lo bastante buenas, lo bastante atractivas,
lo bastante delgadas, lo bastante inteligentes, lo bastante simpáticas…
Esas duras palabras hacia uno mismo generan emociones negativas y estrés; es decir,
no solo te hacen sentir mal sino que elevan tus niveles de hormonas del estrés, con los
efectos negativos que eso tiene para tu cuerpo. Seguramente ya sabes que criticarse
a uno mismo no es nada bueno, pero aún así te has acostumbrado a hacerlo.
¿Cómo acabar con este hábito de la autocrítica?
1. Cultivar la autoaceptación. Como ya he comentado en alguna ocasión,
el mejor modo de acabar con algo negativo consiste en cultivar su opuesto.
Es decir, en vez de centrarnos en dejar de hacer algo es preferible centrarnos en hacer
su opuesto. En vez de proponernos dejar de criticarnos es preferible aceptarnos a nosotros mismos,
cultivando la amabilidad y la compasión hacia nosotros cada vez que tengamos ocasión,
felicitándonos cuando hacemos algo bien (en vez de centrarnos solo en lo que hacemos mal
y criticarnos) y teniendo presentes nuestros aspectos positivos.
2. Cambiar tu modo de pensar. Si tiendes a criticarte con frecuencia también tendrás
que proponerte cambiar tu modo de relacionarte contigo mismo en los momentos
en que cometas un error o hagas algo que consideras inapropiado. En esos momentos
es cuando surgen en tu mente frases como "Todo lo haces mal", "eres despreciable",
"siempre llegas tarde, eres idiota". Cuando eso suceda, intenta inmediatamente
cambiarlas por frases como: "es cierto que llego tarde con frecuencia, así que voy a
buscar un modo de que eso no vuelva a pasar", o "me he equivocado en esto, pero no todo
lo hago mal, voy a intentar solucionarlo".
¿Qué hace que una persona se critique en exceso?
1. Perfeccionismo y rigidez. La falta de autoaceptación y las críticas excesivas
suelen estar relacionadas con una forma de ser perfeccionista y rígida. Son personas
que no admiten cometer errores y que se exigen hacerlo todo bien en todo momento
sin tener en cuenta que están pidiendo algo imposible. Tampoco es raro que haya un pensamiento
de blanco y negro, como: "o todo lo hago bien o es que soy un inútil", "si no va todo
bien es que todo es un desastre". Por tanto, aflojar esa tendencia
perfeccionista y empezar a ver más tonos de gris en vez
de todo en blanco y negro te ayudará a tratarte mejor.
2. Baja tolerancia a la frustración. Cometer un error, tener que hacer algo dos veces,
o meter la pata y quedar mal es frustrante y desagradable, pero es parte de la vida y
es inevitable que suceda de vez en cuando. Por este motivo, es importante aceptar
no solo que sucederá y verlo como normal, sino aprender a tolerar el malestar que conlleva, pensando
que en la vida hay momentos buenos y malos, momentos en los
que te sientes bien y momentos en los que te sientes mal y no es lógico
ni realista esperar sentirte bien en todo momento porque no va a suceder.
Las personas que no toleran bien la frustración se sienten tremendamente
mal cada vez que sucede algo que las frustra, y se enfadan y piensan que es
horrible y que no hay derecho a que las cosas salgan mal. Si, además, tienden
a la autocrítica, dirigirán esa ira hacia sí mismos y se insultarán porque se
consideran los causantes de su malestar: "si no fuera tan idiota lo habría hecho
bien y no tendría que repetirlo". El principal problema es la forma exagerada con
la que reacciona ante cualquier frustración, viéndola como algo verdaderamente
horrible, como si les pasara lo peor de lo peor en vez de un simple contratiempo
que pueden solucionar. Esta forma de pensar puede generar una gran ira.
Por este motivo, es importante que te propongas aprender a tolerar mejor
la frustración. ¿Cómo se hace eso? Cambiando tu modo de pensar en esos
momentos: por ejemplo, en vez de pensar "si no fuera tan idiota, ahora no tendría
que repetirlo, pero soy absolutamente idiota y es horrible tener que hacerlo otra vez,
no puedo soportar esto ni lo idiota que soy", es preferible pensar: "me he equivocado,
así que tengo que hacerlo de nuevo, es un contratiempo pero no es el fin del
mundo ni es tan horrible, lo haré con más cuidado esta vez". Este último
pensamiento es el de una persona que tolera bien la frustración.
Para terminar, la próxima vez, en vez de criticarte o pensar lo horrible que es
que no salgan las cosas como tú deseas, simplemente empieza por preguntarte:
"¿qué es lo mejor que puedo hacer dadas las circunstancias?"
|