Estamos muy lejos de considerar altamente la grandeza y la hermosura de nuestra alma, en la cual Dios se deleita.
Cada uno de nosotros tiene un alma pero no nos damos cuenta de su valor como hecha imagen de Dios; por lo tanto no llegamos a entender los grandes secretos que contiene. Si bien lo consideramos, no es otra cosa el alma del justo que un paraíso en el cual Dios se deleita. Consideremos nuestra alma como un castillo, todo de un diamante o muy claro cristal, adonde hay muchos aposentos así como en lo alto, otras en lo bajo, otras a los lados y en el centro y mitad de todas éstas está la principal que es donde pasan las cosas de mucho secreto entre Dios y el alma.
¿Qué tal les parece será el aposento donde un Rey tan poderoso, tan sabio, tan limpio, tan lleno de todos los bienes se deleita?
No hallo yo cosa con qué comparar la gran hermosura de un alma y la gran capacidad, y verdaderamente apenas pueden llegar nuestros entendimientos ---por agudos que fuesen--- a comprenderla, así como no pueden llegar a considerar a Dios, pues él mismo dice que nos creó a su imagen y semejanza.
TÚ TE DELEITAS EN MI ALMA.
Señor, que nada turbe el silencio de esta noche. Que nada me espante.
AL CONTRARIO AL DESCENDER LA OSCURIDAD Y ACABAR ESTE DÍA, HAZ QUE ME RECOJA EN EL CENTRO MISMO DE MI SER, EN MI ALMA, LA CUAL TÚ, MI PADRE CELESTIAL, HAS CREADO A TU PROPIA IMAGEN Y SEMEJANZA, Y A LA CUAL HAS ELEGIDO COMO TU MORADA. HAZME CONSCIENTE DE TU PRESENCIA Y DE QUE ESTOY HECHO A SEMEJANZA TUYA. HABLEMOS JUNTOS EN EL SILENCIO DE LA NOCHE. SI REALMENTE MI ALMA ES UN PARAISO EN EL QUE TÚ TE DELEITAS, HAZ QUE YO ENCUENTRE MI DELEITE EN TU PRESENCIA. PORQUE SI TE TENGO A TI, DIOS, NADA ME FALTARÁ. SÓLO TU BASTAS.
Qué hoy las flores florezcan en tu corazón !!!
De: Teresa de Ávila.-
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