Yo la verdad espero que sí, es lo que creo, debe de haber algo que nos espere después de morir, pero por si hay algo o no lo hay, hay que disfrutar y vivir cada día al máximo, les dejo este artículo que encontré en la red .
La historia de Pam se difundió hace algunos años a través de un programa documental de un canal de televisión de cable.
Fue un hecho notable cuyo valor principal reside en que se pudo controlar todo el proceso bajo condiciones médicas de monitoreo, muy rigurosas.
Se sabe que hay muchas personas que han sobrevivido luego de permanecer algún tiempo sin vida. Es decir, sin respirar y sin actividad cerebral alguna.
Luego de esta experiencia, algunos de ellos, han referido haber visto su cuerpo desde arriba, escuchar todo lo que ocurre a su alrededor y percibir una sensación altamente placentera de plenitud paz y felicidad.
Otros dicen haber visto un túnel que eventualmente se sienten
impulsados a recorrer para encontrarse con seres espirituales o con
familiares ya fallecidos que los esperan.
Los que han vuelto, lo han hecho porque no era su hora y aunque el deseo de quedarse allí suele ser intenso, esas entidades los convencen de volver a su cuerpo.
Pam era una mujer sana, que de improviso se le diagnosticó un aneurisma cerebral muy profundo aparentemente inoperable.
Tuvo que trasladarse a otro país, donde localizó a un cirujano que
se atrevía a hacer ese tipo de operaciones con algún grado de esperanza.
En la sala de operaciones, Pam fue anestesiada, sus ojos y sus oídos fueron tapados y su cuerpo
fue enfriado a muy baja temperatura para evitar daños cerebrales.
Debían provocar su muerte clínica, hacer que su respiración cesara y
mantener su cerebro sin actividad alguna por dos horas a fin de poder
llegar hasta el aneurisma.
Para acceder hasta ese lugar, los médicos utilizaron un instrumento eléctrico para perforar el hueso del cráneo.
Lo primero que escuchó Pam
fue ese sonido, a pesar de estar profundamente anestesiada y luego se
vio a si misma sentada sobre los hombros del cirujano observando la
escena.
Sentía una paz absoluta y un bienestar indescriptible mientras
miraba con curiosidad a los médicos y a los instrumentos; e inclusive
podía escuchar sus diálogos cuando en un momento dado hubo que realizar
un cambio de estrategia.
Posteriormente vio una luz y se sintió impulsada a ir hacia ella. Pudo ver un grupo de personas
y escuchó que su abuela la llamaba. Reconoció a un tío suyo que había
fallecido joven que le había enseñado a tocar la guitarra siendo niña.
Esas personas, algunas desconocidas, le recordaron que tenía que volver, pero ella se resistía a abandonar ese lugar tan placentero.
Les preguntó si la luz era Dios y le dijeron que no, que la luz se produce cuando Dios respira.
Su tío le dijo que la ayudaría a regresar, y cuando se
encontró nuevamente en la sala de operaciones, con un leve empujón la
obligó a volver a su cuerpo.
La operación de Pam
fue un éxito. Los médicos escucharon con atención su experiencia
durante la intervención y pudieron comprobar que las minuciosas
descripciones de esta paciente sobre la disposición del quirófano, la
forma de los instrumentos que se utilizaron, dónde estaban guardados, y
el diálogo mantenido entre ellos coincidía plenamente con la realidad,
a pesar de no haber estado consciente en ningún momento.
Su vida
a partir de ese momento cambió, ahora vive intensamente cada minuto de
su existencia sin miedo, desinteresada de los bienes materiales y
bendice su enfermedad, que le brindó la oportunidad de ver más allá de
la vida.
Algunos investigadores, especialistas en anestesia, en colaboración
con el físico matemático Penrose, explican este fenómeno desde la
física cuántica.
El cerebro, a nivel de los microtúbulos de las
neuronas, se conducen como los microchips de las terminales de una
computadora, procesando información relacionada con el todo. Si cesa la vida, la información no se pierde, se expande hacia el entrelazamiento de otros campos cuánticos.
Cada persona pertenece a un campo relacionado con el todo.
Por ejemplo, si sufre una amputación, el campo del miembro faltante
permanece intacto, y una prueba de ello son los dolores fantasmas de
miembros que han sido removidos y que permanecen como si estuvieran todavía.
Cuando una persona muere queda el campo, que es más que el cuerpo, es mente y es conciencia.
Yo soy Metafísica y como tal creo en la reencarnación. No hay muerte sino evolución en otra vida y así sucesivamente hasta convertirnos en seres de luz como lo es Jesús. De todos modos, respeto a todas las creencias.