El estrés que sientes no está originado en las cosas que te suceden. Ese estrés proviene de la manera en que reaccionas ante ellas.
Para sentir menos estrés no te hace falta encarar algún gran proyecto que cambie el mundo que te rodea. Es sólo cuestión de observar y ajustar la manera en que respondes a la vida.
Las cosas que realmente te alteran pueden llegar a ti porque tú se lo permites. Podrías no tener la capacidad de evitar que sucedieran pero sí podrías, de todas maneras, decidir no obsesionarte con ellas.
Sí, tu estrés podría muy bien estar diciéndote que deberías encarar esta o aquella acción. Pero una vez que el mensaje ha sido recibido, no hay necesidad de seguir aferrado al estrés que genera.
Reducir tu nivel de estrés resulta tan sencillo como redirigir el foco de tus pensamientos. Cuanto más practiques, más rápido y naturalmente sucederá.
Los pensamientos que decidas mantener en tu cabeza determinarán la cantidad de estrés que tengas. Así que decide dejar atrás el estrés, y pon tu energía en actividades positivas que te llenen de satisfacción.
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