En las frías mañanas la ausencia se condensa En el aliento que empaña los recuerdos Como un resfriado de temporada. Las manos en los bolsillos buscan ayuda En los ojos la imagen fantasma del año pasa Junto a la puerta del trabajo los recuerdos Se amontonan, se agolpan esperando entrar En la realidad de cada día. Por las calles estrechas y por las avenidas Los transeúntes caminan hacia lugares imposibles Que ya no existen pero que son Memoria abierta que escapa por la herida. El vacío de las sábanas abandonadas a su suerte De cama busca el cálido acomodo de otro cuerpo Que se busca contra la pared abierta de unos brazos Que deciden qué hacer con otro abrazo, Que deciden qué hacer con otro cuerpo. Que desean el placer de pastar en otro cuerpo En media hora llegas no te apures Decías con media sonrisa de sueño apenas superado De somnolienta ternura tendida por la manta Que arremolina brazos y piernas Buscando las alturas, palabra y boca. Tratas tal vez de recomponer la aurora rota A mordiscos por tu cuello y mi cintura Naufragados por salivas muertas Que embaten todos los escollos y rincones. Tal vez no sepas, dices, ni nadar ni guardar la ropa. Tienes razón, en la mañana, Rumbo al trabajo, En tus brazos me abandono.
de Angela Ibáñez
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