Envío el amor de mi corazón hasta tu pecho, donde germina en una semilla de luz.
Elevo mis alas y revoloteo alrededor de la onda de cariño que genera tu ser interior, el cual recojo, alborotada.
Me elevo hacia las nubes donde deposito la dulzura que desprendes, y que se esparce en cada gota de lluvia que bendice al planeta.
Amanece el nuevo día, embebido de nueva vida, y los rayos del sol alumbran la simiente que el vestido de agua ha derramado sobre el vientre del planeta, y que crecerá en nuestros sueños, arropados en el manto del cielo por la magia de las hadas.
D.A.
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