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General: "Los Dones De La Vida"
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: 1April1  (Mensaje original) Enviado: 22/03/2010 07:28
 

  

LOS DONES DE LA VIDA
 
 Fábula de Ghana (África occidental)

      Un día la Vida tomó la figura de un joven apuesto y se puso a caminar
por el mundo. A la orilla de un bosque vio una cabaña, entró
y encontró allí a un hombre pobre enfermo de elefantiasis:
todos sus miembros estaban hinchados y tan deformes que se movía con mucha dificultad.

-¡Oh! ¿Que venturosos vientos te trajeron a mí? ¿Quién eres tú? -dijo el enfermo.

- Soy la Vida, -respondió el caminante. Algunos me reconocen cuando llego,
pero no cuando vuelvo. Yo voy y vengo; volveré
por estos lugares dentro de siete años.

¿Pero, por qué gimes tanto?

-Tengo una enfermedad horrible; ha destruido mi aspecto humano
 y me ha quitado la alegría de vivir. Ya no puedo más.

-Si quieres, -dijo la Vida, te curo. Pero tú me olvidarás.

-¡No! Le aseguró el enfermo. Guardaré eternamente en mi memoria
a quien me cure y le estaré agradecido para siempre.

La Vida esparció un polvo misterioso sobre el enfermo,
y éste quedó curado como por encanto. La Vida siguió su camino
 y enseguida llegó a la cabaña de un leproso.

-¡Oh! ¡Bendito tú que vienes a mí! -exclamó el leproso al ver al hermoso joven.
 ¿Puedo saber tu nombre?

-Yo soy la Vida -dijo el recién llegado. Algunos me reconocen cuando llego,
pero no cuando regreso. Voy y vengo.

Volveré por estos rumbos dentro de siete años. Puedo curarte,
 ¿pero te acordarás de mí?

-No te olvidaré mientras viva -dijo el leproso.

La Vida lo curó y siguió su camino. Al llegar a una aldea, se encontró
 con un ciego que buscaba el camino con un bastón.
 Cuando oyó pasos, se detuvo y preguntó.

-¿Quién va? ¡Cuidado con este pobre ciego!

-Yo soy la Vida. Algunos me reconocen cuando llego, pero no cuando vuelvo.

Curó también al ciego y desapareció. Pasaron los años,
y a su tiempo, como lo había prometido, volvió, pero esta vez oculto
bajo la figura de un ciego. Era ya tarde cuando llegó a la cabaña
 del ciego que había curado. Tocó a la puerta. No estaba, pero le abrió su esposa.

-Tenga piedad de este pobre ciego -dijo la Vida. Conozco a su esposo;
 ¿me puede dar un refresco mientras lo espero? Me basta con un poco de agua.

-Mi esposo es un verdadero tonto -refunfuñó la mujer.
Trae a casa a cuanto pobre se encuentra.

Puso un poco de agua sucia en una vieja jícara y se la ofreció de mal modo
 al falso ciego. Por fin llegó el Señor de la casa, y la Vida se dirigió a él.

-Estoy de paso -dijo. ¿Puedes darme alojamiento hasta mañana?

El hombre murmuró algo, después extendió una estera en una esquina de
 la cabaña y dio al ciego un puñado de cacahuates.
Cuando despuntó el alba, la Vida llamó a su anfitrión y le dijo:

-¿No te dije que algunos conocen a la Vida cuando viene pero no cuando regresa?
Tú no me has reconocido, porque la ceguera se ha quedado en tu corazón,
y volverá también a tus ojos.

Dijo esto y salió dejando tras de sí una polvareda. El hombre volvió a ser ciego,
como siete años antes.

Cuando la Vida llegó a la cabaña del antiguo leproso, se cubrió de una lepra
 tan horrible que la seguían enjambres de moscas. Tocó a la puerta,
pero aquel hombre, viendo al leproso, no lo dejó entrar
y rehusó darle de comer porque estaba demasiado sucio.

-Te lo había dicho -le recordó el caminante.
Algunos conocen a la Vida cuando viene, pero no cuando regresa.

Dijo y se marchó dejando tras de sí un reguero del misterioso polvo.
El hombre ingrato se cubrió de nuevo de tanta lepra que la carne se le caía a pedazos.

Cuando llegó a la cabaña del antiguo enfermo de elefantiasis,
la Vida se hinchó los miembros de tal modo que a duras penas podía caminar.
Se asomó a la puerta y dijo:

-¡Buen hombre, un poco de refresco por caridad!

-¡Adelante! ¡Adelante! ¡Entra! -dijo el hombre, apresurándose a ayudar
al fingido enfermo. ¡Oh! ¡Que desgracia! ¡Tan joven y tan enfermo!
Yo también, hace tiempo, tuve esa fea enfermedad, pero pasó
por aquí un buen hombre y me curó. Quizá...

Y mientras hablaba puso a cocer un plato de arroz, dio al enfermo nueces
y una jícara llena de leche fresca, después preparó un asado de carnero
 y se ocupó de cuidar al enfermo.

En la mañana, la Vida se presentó como el joven hermoso que era y dijo:

-Tú has reconocido a la vida también a su regreso.
 No olvidas los beneficios recibidos y sabes socorrer a quien sufre
 lo mismo que tú has sufrido. Por eso permanecerás sano y gozarás de prosperidad.

El hombre quiso hacer un regalo a la Vida, unas vacas.
Pero el joven se lo agradeció diciendo:

-No tengo necesidad de riquezas. Quiero que recuerdes una cosa importante:
La Vida puede cambiar y traer hoy bienes y mañana males,
pero con frecuencia depende de ustedes hacerla mejor o peor.

De la red.

 

 

 




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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: silvia chocolate Enviado: 22/03/2010 16:04
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