Triste estoy como un cajón vacío
El mutuo sueño de mis ojos
rueda Me acuesto en los valles a ver el tiempo Agrando con mi cansancio el
espacio
El sol todavía me persigue ¡oh dioses! Sigo ciego y en mis
manos mis manos pongo Deseo conducirme a espaldas de la vida como un
cuerpo que al alma sus horas disminuye
Ven triste ve tú ven y ve
solo Sopla allá en el portal del infinito La alborada metódica de la
existencia sale No encuentro puro territorio en nada
Un plagado único
dolor perdido acude a la desierta esfera blanca de los misterios La sed
santa la fe secreta roza el ánimo ¡Me asisten seres de fatales
alas!
Ni voluntad ni empleo en el celeste fin Sólo brillos comparten
las altas apetencias Triste sigo lo mismo que el hórreo abandonado en la
tormenta alada
Ven triste ve tú ven y ve solo. de Carlos Edmundo de Ory
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