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General: LA PALABRA DIARIA MES DE JULIO
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De: Tatisverde (Mensaje original) |
Enviado: 19/07/2010 20:13 |
Excelencia
No soy yo, sino el Cristo en mí quien hace la obra.
De vez en cuando quizás note que he empezado a encontrar faltas en mí o en los demás. Entonces, elijo demostrar excelencia en todo lo que pienso, digo y hago. Escojo expresar un nivel más alto de ser —en el que no se encuentran la crítica o la culpa. Y logro hacerlo al unificarme conscientemente con el Cristo morador.
Gracias a la sabiduría de mi Cristo interno, tomo decisiones más sabias, positivas y constructivas. Logro el éxito en mi vida a medida que me convierto en la mejor persona que pueda ser. Al vivir cada día con mi atención centrada en el Cristo, afirmo: No soy yo, sino el Cristo en mí quien hace la obra. Con esta afirmación como mi mantra, alcanzo nuevas y excelentes alturas de vida.
Preséntate tú en todo como ejemplo de buenas obras. —Tito 2:7
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De: LUVIA |
Enviado: 19/07/2010 20:42 |
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Guía
La sabiduría divina es revelada por medio de mí.
Gracias a la sabiduría divina en mí, estoy vinculado a toda vida y a toda la creación. Mi intuición me ayuda a percibir la guía de Dios, la cual me ilumina e inspira. Permito que ésta me muestre el camino a seguir. Al confiar en mi intuición, sé qué hacer en cada situación y lo hago con confianza. La inteligencia divina me permite anticipar el bien y descubrir nuevas maneras de traerlo a expresión.
Cuando dejo que la sabiduría de Dios se exprese gracias a mi intuición, me convierto en un canal por medio del cual dicha sabiduría divina es revelada en el mundo. Confío en mi intuición y doy gracias por ser siempre guiado internamente.
He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz, ¿no la conoceréis? —Isaías 43:19
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Habilidad
Tengo confianza en mi habilidad para tener éxito.
Deseo mejorar mi vida y descubrir mi propósito. Hoy tengo el valor de salir de mi zona de comodidad y poner mi deseo en acción. Quizás hay algo que siempre he soñado hacer. Dios me ha dado las herramientas que necesito para lograrlo, y tengo confianza en mi habilidad para tener éxito.
Siento que puedo hacerlo ahora. Tengo todo el tiempo que necesito, ¡estoy listo! Percibo el llamado divino, y éste es testamento de que el Espíritu Santo está obrando en mí. Facultado por mi fe en Dios, respondo al llamado. Me muevo en nuevos círculos y avanzo en pos de mis metas y aspiraciones.
Tengo confianza en que con cada paso que doy, Dios me apoya y me guía amorosamente. ¡Tengo la habilidad, la fe y la confianza para tener éxito!
Ellos respondieron: "Podemos." —Marcos 10:39
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Vida
La vida perfecta de Dios en mí me renueva día a día.
La vida divina renueva la tierra después de incendios, terremotos o inundaciones. Nueva vida surge de entre las cenizas y los escombros. Del mismo modo, Dios me renueva y me sana sin importar la apariencia.
No importa lo que suceda en el mundo externo, sé que existe una vida eterna, inmutable y perfecta. Al calmar mis pensamientos, dejar ir mis temores y despejar mi corazón, abro el fluir de la curación que siempre está disponible. ésta fluye libremente en mi cuerpo y mente gracias a la Fuente infinita de vida y no es limitada por el mundo físico. Esta vida es la verdad de mi ser y la acepto.
No mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven, pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas. —2 Corintios 4:18
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Consuelo
Estoy envuelto en amor infinito.
Al final del día, espero con anhelo sentarme en mi sillón favorito para calmarme y dejar ir los acontecimientos del día. Me sosiego y dirijo mi atención a la presencia de Dios en mí. Esta amorosa presencia siempre está disponible. A medida que mi conciencia de ella se magnifica, logro la fortaleza para superar cualquier reto y la seguridad de saber que nunca estoy solo.
Mantengo a mis seres queridos en pensamientos de amor y fortaleza, consciente de que la presencia de Dios también mora en ellos. Bien sea que estemos en la misma habitación o separados por una gran distancia, el espíritu de Dios nos cobija y no envuelve con Su infinito amor.
Cuando te acuestes, no tendrás temor, sino que te acostarás y tu sueño será grato. —Proverbio 3:24
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Protección
La presencia y el poder de Dios son mi protección.
En mis oraciones, así como en cualquier momento que note que la duda o el temor entran a mi mente, recuerdo que siempre estoy al cuidado de Dios. Quizás una situación me atribule y mi imaginación esté desbocada. En vez de aceptar esto, dirijo mi atención a la Presencia protectora en mí y a mi alrededor.
Afirmo: La presencia y el poder de Dios son mi protección. Al repetir estas palabras y mantenerlas en mi corazón, me calmo. Descanso en el conocimiento seguro de que Dios está siempre conmigo. Sé que ésta es la verdad para otros también. Visualizo la luz divina rodeando a mis seres queridos cerca o lejos. Con paz y seguridad, digo: "Todo está bien".
Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. —Salmo 46:1
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Protección
La presencia y el poder de Dios son mi protección.
En mis oraciones, así como en cualquier momento que note que la duda o el temor entran a mi mente, recuerdo que siempre estoy al cuidado de Dios. Quizás una situación me atribule y mi imaginación esté desbocada. En vez de aceptar esto, dirijo mi atención a la Presencia protectora en mí y a mi alrededor.
Afirmo: La presencia y el poder de Dios son mi protección. Al repetir estas palabras y mantenerlas en mi corazón, me calmo. Descanso en el conocimiento seguro de que Dios está siempre conmigo. Sé que ésta es la verdad para otros también. Visualizo la luz divina rodeando a mis seres queridos cerca o lejos. Con paz y seguridad, digo: "Todo está bien".
Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. —Salmo 46:1
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Guiado por el amor
El amor de Dios fluye libremente en mí y a mi alrededor, guiándome a mi bien.
Estoy inmerso en un fluir de amor divino, el cual me guía y me bendice continuamente. Este amor fortalece mi mente y mi cuerpo, ayudándome a ser una expresión mayor de paz y vida en el mundo.
Así como una hoja fluye sin esfuerzo en el caudal de un río, pasando por encima de las rocas en su camino, yo fluyo apaciblemente en el río de la vida. Confío, y soy guiado por el amor de Dios. Siento la dulce paz de saber que, a pesar de las apariencias, Dios dirige de manera divina mi camino por la vida.
Guiado por el amor de Dios, aprendo las lecciones que debo aprender y logro la comprensión espiritual que sólo yo puedo percibir y expresar.
Sobre toda cosa que guardes, guarda tu corazón, porque de él mana la vida. —Proverbio 4:23
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