Francisco me cuida mucho, piensa en mí continuamente y está siempre
pendiente de lo que me pasa. Jugamos a la pelota, me enseña a leer y
escribir, me pasea en su patinete rojo y, algunas veces, me compra
caramelos.
Anoche había tormenta, oí dos truenos, me asusté y fui corriendo a su cama.
Me abrazó para que se me pasara el miedo y me prometió que cuando cesara
la tormenta iría a buscarme cinco doradas estrellas. Pude dormir pensando en mis estrellas. Yo quiero mucho a mi hermano.