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Réponse  Message 1 de 3 de ce thème 
De: abjitacbsa  (message original) Envoyé: 21/01/2011 15:55
Hay un amante de la mujer que la acompaña siempre, que si bien hay que comprarlo, está absolutamente disponible para nosotras, nos endulza, nos levanta el ánimo y siempre nos deja un buen sabor en la boca…

Hay un amante de la mujer que la acompaña siempre, que si bien hay que comprarlo, está absolutamente disponible para nosotras, nos endulza, nos levanta el ánimo y siempre nos deja un buen sabor en la boca…

Amamos los dulces, las mujeres, podemos estar sin un hombre, sin comprarnos ropa, en el medio de un viaje solitario, peleadas con todas nuestras amigas, a pleno con todos los problemas del trabajo y atrasadas con todo lo que debemos hacer en la jornada, pero con golosinas en la mano que nos ayudan a ponerle ánimo al día, que siempre se pueden compartir y sacarle una buena sonrisa al compañero que tengamos en el momento…

Los dulces son nuestra forma de hacer catarsis, los nervios los canalizamos con los caramelos de goma y las perdidas de amores se curan a base de chocolate, mirando películas bonitas…

Las alegrías compartidas con amigas se disfrutan con torta con dulce de leche, los recuerdos con la abuela se miran saboreando la textura crujiente de tostadas con manteca y miel y las charlas profundas, esas que siempre requieren curar alguna herida, se hacen a la par de un mate dulce con leche…

Las mujeres estamos atravesadas por los dulces, nos energizan, nos hacen sonreír, nos quitan las soledades, nos llenan el tiempo, siempre los buscamos cuando no tenemos nada para hacer, nos dejan sin palabras cuando nos sorprenden en cajas bonitas y con un mensaje de amor, dicen perdón  y hasta pronto y hasta los más osados vienen con poemas dentro.

Los dulces nos llevan a nuestra infancia, a las tardes de sábados con amigos, la hora de la siesta era la perfecta para juntar entre todos nuestras monedas e ir al kiosco a comprar tutucas, gallinitas, maní japonés y alfajorcitos simples, en aquella época, no había triples.

Los sugus de menta se comían en el cine y los chocolates aero llegaban a la almohada los sábados por la noche, los copos de azúcar nos daban la bienvenida a la plaza y la manzana con caramelo y pochoclo nos invitaba a disfrutarla sólo cuando a la ciudad se acercaba algún parque de diversiones.

La garrapiñada nos esperaba en las esquinas y en las noches de invierno mamá se atrevía a hacerla, dejando un sabor exquisito de azúcar quemada.

Los dientes que el ratón Pérez  se llevaba dejaban una bolsita exquisita de caramelitos masticables que nunca más volví a ver, tal vez será que es cierto que el ratón venía de otra tierra y allí compraba las golosinas que me dejaba…

Los chicles eran pocos, no había de tantos gustos y lo dietético no existía, nos encantaba hacer globos con el chico bazooka, mientras leíamos el horóscopo que marcaba nuestros días…

Hemos crecido con los dulces y de eso estamos hechas las mujeres, de terroncitos de azúcar en el alma y el corazón, por eso amamos el café dulzón cuando una lágrima busca suicidarse en nuestra boca, para compensar tanta salinidad que se deshace en nosotros y por eso mismo al anochecer buscamos algún caramelito de menta que nos eleve un poco al placer del descanso…

Las mujeres somos de azúcar, somos golosas, glotonas, sudamos dulzura por nuestras manos y nuestra piel, por eso lloramos tanto para equilibrar nuestro lado dulce con la única parte salada de nuestras vidas, las lágrimas ingratas que siempre las tenemos a mano para no excedernos de tanta glucosa…

Amamos y necesitamos los dulces y es tanto así, que ese requerimiento se lo trasladamos a nuestros hombres, a quienes les exigimos una cuota de dulzura diaria para compartir, porque a la sal cotidiana, siempre es bueno un toque de dulzor para el alma…



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Réponse  Message 2 de 3 de ce thème 
De: radio Envoyé: 21/01/2011 19:38

Réponse  Message 3 de 3 de ce thème 
De: abjitacbsa Envoyé: 22/01/2011 00:27
Hay un amante de la mujer que la acompaña siempre, que si bien hay que comprarlo, está absolutamente disponible para nosotras, nos endulza, nos levanta el ánimo y siempre nos deja un buen sabor en la boca…

Hay un amante de la mujer que la acompaña siempre, que si bien hay que comprarlo, está absolutamente disponible para nosotras, nos endulza, nos levanta el ánimo y siempre nos deja un buen sabor en la boca…

Amamos los dulces, las mujeres, podemos estar sin un hombre, sin comprarnos ropa, en el medio de un viaje solitario, peleadas con todas nuestras amigas, a pleno con todos los problemas del trabajo y atrasadas con todo lo que debemos hacer en la jornada, pero con golosinas en la mano que nos ayudan a ponerle ánimo al día, que siempre se pueden compartir y sacarle una buena sonrisa al compañero que tengamos en el momento…

Los dulces son nuestra forma de hacer catarsis, los nervios los canalizamos con los caramelos de goma y las perdidas de amores se curan a base de chocolate, mirando películas bonitas…

Las alegrías compartidas con amigas se disfrutan con torta con dulce de leche, los recuerdos con la abuela se miran saboreando la textura crujiente de tostadas con manteca y miel y las charlas profundas, esas que siempre requieren curar alguna herida, se hacen a la par de un mate dulce con leche…

Las mujeres estamos atravesadas por los dulces, nos energizan, nos hacen sonreír, nos quitan las soledades, nos llenan el tiempo, siempre los buscamos cuando no tenemos nada para hacer, nos dejan sin palabras cuando nos sorprenden en cajas bonitas y con un mensaje de amor, dicen perdón  y hasta pronto y hasta los más osados vienen con poemas dentro.

Los dulces nos llevan a nuestra infancia, a las tardes de sábados con amigos, la hora de la siesta era la perfecta para juntar entre todos nuestras monedas e ir al kiosco a comprar tutucas, gallinitas, maní japonés y alfajorcitos simples, en aquella época, no había triples.

Los sugus de menta se comían en el cine y los chocolates aero llegaban a la almohada los sábados por la noche, los copos de azúcar nos daban la bienvenida a la plaza y la manzana con caramelo y pochoclo nos invitaba a disfrutarla sólo cuando a la ciudad se acercaba algún parque de diversiones.

La garrapiñada nos esperaba en las esquinas y en las noches de invierno mamá se atrevía a hacerla, dejando un sabor exquisito de azúcar quemada.

Los dientes que el ratón Pérez  se llevaba dejaban una bolsita exquisita de caramelitos masticables que nunca más volví a ver, tal vez será que es cierto que el ratón venía de otra tierra y allí compraba las golosinas que me dejaba…

Los chicles eran pocos, no había de tantos gustos y lo dietético no existía, nos encantaba hacer globos con el chico bazooka, mientras leíamos el horóscopo que marcaba nuestros días…

Hemos crecido con los dulces y de eso estamos hechas las mujeres, de terroncitos de azúcar en el alma y el corazón, por eso amamos el café dulzón cuando una lágrima busca suicidarse en nuestra boca, para compensar tanta salinidad que se deshace en nosotros y por eso mismo al anochecer buscamos algún caramelito de menta que nos eleve un poco al placer del descanso…

Las mujeres somos de azúcar, somos golosas, glotonas, sudamos dulzura por nuestras manos y nuestra piel, por eso lloramos tanto para equilibrar nuestro lado dulce con la única parte salada de nuestras vidas, las lágrimas ingratas que siempre las tenemos a mano para no excedernos de tanta glucosa…

Amamos y necesitamos los dulces y es tanto así, que ese requerimiento se lo trasladamos a nuestros hombres, a quienes les exigimos una cuota de dulzura diaria para compartir, porque a la sal cotidiana, siempre es bueno un toque de dulzor para el alma…



 
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