Te desafío a vivir un día completo, sonriendo
al amanecer y a cada rostro, descubriendo la
alegría de vivir y de soñar despierto, haciendo
realidad tus viejos sueños.
Te desafío a caminar descalzo por la arena, a
llevar una rosa en la solapa y una estrella en
la frente.
Te desafío a sentir la brisa fresca
y a disfrutar el suave aroma de las flores.
Te desafío a bailar, como cuando niño
brincando entre las piedras,
buscando a un amigo.
Te desafío a gritarle al mundo que estás vivo,
que eres alguien, que eres feliz...
Te desafío a amar intensamente entregando el
alma aunque te duela.
Te desafío a dejar de ser cobarde
y luchar por todo lo que quieras.
Te desafío a comenzar de nuevo, acepta el reto,
llénate de pasión y de coraje, intenta subir por
la montaña y llega a la cima de tu vida.
Y principalmente te desafío a ti amigo mío tan
amado y tan querido a perdonar a ese que no
te cae bien, sólo porque sí, a perdonar aún sin
olvidar supuestas verdades: afrentas, faltas
de respeto, miradas de desprecio, sonrisas
socarronas, faltas de atención hacia tu persona.
En fin, cualquier cosa o sentimiento que te
impida en este Nuevo Milenio, de disfrutar de
una sonrisa en los ojos de tu esposa o esposo,
o de ese hijo o hija que consideras soberbio,
orgulloso, indomable, etc., pero que recuerda
"Es imagen de lo que ha visto y vivido a tu lado".
El desafío no es mío, yo no te pruebo, pues es
la vida la que cada día te desafía a ti y es la
vida la que te premiará