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General: LA PALABRA DIARIA MES DE MAYO
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De: Tatisverde (Mensaje original) |
Enviado: 11/05/2011 20:46 |
Fe
Todas las cosas trabajan juntas para bien.
Temprano en la mañana, veo la luz suave del alba que anuncia la salida del sol. Tengo fe en que cada mañana el sol me saludará, disipando la oscuridad de la noche con su luz y calidez resplandecientes.
Cuando la oscuridad del temor o de lo desconocido me reta, afianzo mi fe en la luz y la calidez del Espíritu divino en mí. Siento Su presencia, la cual me brinda paz, seguridad y fortaleza. Tengo fe en que siempre tendré todo aquello que necesite para tener una vida plena. Dios me ama y provee para mí.
Así como el día sigue a la noche, una conciencia positiva y nueva surge en mí luego que suelto el temor y tengo fe. Al tener confianza en Dios y fomentar la esperanza prosigo con valor y entereza.
Sabemos, además, que a los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien.—Romanos 8:28
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De: Malena |
Enviado: 12/05/2011 16:45 |
HERMOSSAS PALABRAS
GRACIAS POR COMPARTIR
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Perdonar
Elijo perdonar, liberarme y avanzar.
El acto del perdón es una decisión consciente de dejar ir, dejar atrás sentimientos heridos y avanzar en luz y amor. Aferrarnos a la falta de perdón es como cargar un saco lleno de piedras. Con cada paso este se hace más pesado, hasta que es imposible cargarlo.
Elijo un momento y un lugar callados y examino las piedras de falta de perdón que estoy llevando en mi saco. Una a una, las observo y se las entrego a Dios. Ya no tengo que llevar las piedras de la falta de perdón y el resentimiento conmigo, puedo avanzar libremente. Ahora, lleno el vacío con flores de luz, paz y libertad. Elijo perdonar y dejar ir.
Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.—Mateo 6:12
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Poder
Recibo energía y poder al descansar en una conciencia de Dios.
Aveces, quizás no me sienta capaz de hacer nada. Más bien, me siento emocionalmente agotado o inseguro de mí mismo. Para reavivar el poder de Dios en mí, hago una pausa y oro.
Al dejar ir las tareas y ocupaciones del día, me permito sentir la presencia de Dios. Al orar, me doy cuenta de que soy un ser espiritual. Tengo dones poderosos y únicos para darle al mundo. Poseo fortaleza y energía divinas para hacer lo que debo hacer.
La oración me da poder. Los momentos de silencio —espontáneos o planificados— me permiten reafirmar mi unidad con Dios. Orar me llena de energía y vitalidad, me alista para cumplir con mis responsabilidades con seguridad, gozo y confianza.
Sabemos, hermanos amados de Dios, que él os ha elegido.—1 Tesalonicenses 1:4
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Decisión
Tomo decisiones positivas gracias a la guía divina.
Cada día tengo decisiones que tomar. Puedo tornar cada elección en una oportunidad para edificar la vida que deseo. Con cada decisión tendré resultados esperados e inesperados, acojo ambos con la seguridad de que la luz divina ilumina mi camino. Atesoro el regalo del libre albedrío y tomo decisiones para el mayor bien de todos los interesados.
Al prepararme para tomar una decisión, me dirijo a mi interior por guía. Escucho el silbo apacible y delicado y permito que mis pensamientos descansen en un momento de silencio. Es reconfortante saber que la guía del Espíritu está en mí. Desde un lugar de conocimiento interno, tomo la decisión correcta.
Asimismo lo que tú determines se realizará, y sobre tus caminos resplandecerá la luz. —Job 22:28
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Gratitud
¡Soy la gratitud en acción!
La gratitud es un estado de ánimo —un estado creado por mis pensamientos, palabras y acciones. Una palabra amable, una sonrisa o una nota de aprecio pueden alentar a las personas a mi alrededor.
Si presto atención, encuentro mucho por lo cual estar agradecido. Al reconocer mis bendiciones me convierto en la gratitud en acción. Al orar y meditar, doy gracias por la naturaleza divina en el centro de mi ser. Este sentimiento profundo de gratitud me transforma.
Doy gracias por la vida, por el amor de las personas a mi alrededor, por la abundancia que me sostiene y por las lecciones que la vida me ofrece. Reconozco todo el bien con el que Dios me ha bendecido. Sé que todo en mi vida sigue un plan divino. ¡Gracias, Dios!
Sed agradecidos.—Colosenses 3:15
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Guía
Con el Espíritu divino como mi guía, tomo decisiones sabias.
Cuando nos sentimos confundidos, es parte de la naturaleza humana dirigirnos a otros y preguntarles: “¿Qué opinas?” Sentir la necesidad de buscar las respuestas fuera de nosotros es comprensible, mas tengo presente que la guía que busco no está fuera de mí, está en mí.
Cuando me siento en el silencio y abro mi mente al espíritu divino, encuentro las respuestas que busco. En la quietud, soy recompensado con la Verdad. Cuando pido, recibo. La sabiduría del Espíritu aguarda mi invitación. Sólo necesito aquietarme y prestar atención. Mi oración es: “Guíame, Dios. Muéstrame el camino”. Luego, sigo la guía que recibo para tomar decisiones sabias.
Bienaventurado el hombre que me escucha, velando a mis puertas cada día.—Proverbios 8:34
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GRACIAS MARIA AMPARO!!
QUE LINDO GESTO EL TUYO, TE ENVIO UN CALIDO ABRAZO DOMINICANO Y CON EL MI DESEO QUE EN TU VIDA REINE LA SALUD, LA LUZ, EL AMOR Y LA PAZ.
TE QUIERO DE GRATIS!
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Aceptación
Me acepto y acepto a los demás con un espíritu de amor que libera.
Logramos gran libertad al aceptar a las personas y circunstancias tal como son. De manera que dejo ir la necesidad de controlar o cambiar a las personas o situaciones. Siento paz cuando permito que las cosas se desenvuelvan mediante un orden sagrado. Gracias a la aceptación, soy libre para acoger cada situación y persona con amor.
La persona a quien más debo es a mí mismo. Me veo como una creación divina que sigue un camino inspirado y ordenado hacia su desarrollo espiritual. Dejo ir la autocrítica y confío en Dios.
Con un sentimiento renovado de libertad y paz, acepto a las personas y a las circunstancias en mi vida con amor. Doy gracias por las bendiciones que me proporcionan.
En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos por los otros.—Juan 13:35
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Dejar ir
Dejo ir toda preocupación y permito que Dios sea Dios en mi vida.
Aveces nos preocupamos por los asuntos de la vida. Cuando siento ansiedad, recuerdo tomar un momento para orar y reconocer que no estoy solo. Bien sea que tenga que tomar una decisión difícil, superar un reto o resolver un asunto trivial que me atribula, determino orar.
El Espíritu divino obra de maneras desconocidas. Así que en oración, dejo ir la necesidad de controlar el resultado, de tener que lidiar con cada detalle. Reconozco con agradecimiento que todo trabaja para bien. Presto atención a la guía divina y doy gracias fervorosamente al recibirla. Dejo ir mis preocupaciones y permito que Dios sea Dios en mi vida, y prosigo hacer lo que debo hacer.
Cuando comas el trabajo de tus manos, bienaventurado serás y te irá bien. —Salmo 128:2
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Presto atención a la guía divina y doy gracias fervorosamente al recibirla. Dejo ir mis preocupaciones y permito que Dios sea Dios en mi vida, y prosigo hacer lo que debo hacer.
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Paz mundial
Soy un pacificador, contribuyo a un mundo de paz.
Al ver más allá de las diferencias físicas, geográficas o culturales, puedo apreciar que todo ha sido creado por Dios. Dios vive en cada uno de nosotros como Espíritu, proveyendo amor, compasión y fortaleza. Como pacificador, aprecio la armonía, lo cual me lleva a actuar de manera afable. Mi compromiso es proporcionar armonía a mi hogar y mi comunidad. Esta intención pacífica fluye de mí para bendecir al mundo.
Todos somos miembros de la familia universal de Dios. Gracias a la oración y acción amorosas, bendigo a los demás, aun a aquellos lejos de mí. Pienso, hablo y actúo de maneras que apoyan una vida pacífica y próspera para todos.
Bienaventurados los pacificadores, porque serán llamados hijos de Dios. —Mateo 5:9
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