CANCIÓN AL HIJO PRIMERO
Hijo de la tierra, te arrojó el Jardín. Aunque veas sombras no quieras lucir.
Tu madre era bella, la secan los vientos. Tu madre era tierna, se quema en el yermo.
Tu madre mordía la flor del manzano, cuando el hombre puso tu vida en su mano.
Tu madre sembraba contigo el centeno, cuando tú bebías la leche en su cuenco.
Hijo de la ira de Dios implacable. No podrá salvarte del odio tu madre.
No duermas, vigila. No duermas, despierta. Te amenaza fría la heredad desierta.
Te persiguen ojos sin dulce descanso. Te aborrece eterna del Creador la mano.
Las gacelas corren: correrás tú más. Los leones saltan: tú debes saltar.
Los arroyos huyen: tú tienes que huir. Aunque yo lo quiera, ¡no puedes dormir!
No duermas, escucha. No duermas, acecha. Silbarán las aves sobre ramas ebrias
para hacerte leve esta oscura tierra. Escúchame, hijo: no duermas, no duermas...
Por todos los siglos, ¡no duermas, no duermas!
Carmen Conde
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