UN PAISAJE
Yo vi lucir los albores de esa purísima atmósfera, y brotar las claras aguas de aquella ribera hermosa, y nacer de su arboleda una por una las hojas.
Yo he visto esas altas sierras ir subiendo entre las sombras, y alzarse el puente y la torre y las casas y las rocas, y surgir el barquichuelo entre las plácidas ondas, y aparecer en la orilla esa gente pescadora.
¡Que la gran naturaleza años tarde en esas obras y tu mano las acabe solamente en doce horas! Despacio, pintor, despacio, que son las venturas pocas.
¿Por qué has hecho esa ribera tan risueña y deliciosa que mis ojos embelesa y el pensamiento me roba? ¿Por qué has dado al firmamento esa tinta ardiente y roja que lo mismo que el reflejo del sol deslumbra y sofoca?
¿No ves que fija en la orilla de esa ribera frondosa en contemplarla me llevo unas tras otras las horas? ¡Ay! ¿no ves que doble pena sentirá el alma angustiosa cuando por siempre se aleja de esa ribera que adora...?
Despacio, pintor, despacio, que son las venturas pocas. ¿Es culpa tuya que tenga el puente romanas formas y la torre arquitectura árabe, morisca y gótica?
¿Es culpa tuya que vaya la mano tan perezosa, y que tus ojos cansados de mirar piedras y rocas en otras miradas fijen las suyas fascinadoras?... Aprisa, pintor, aprisa, aunque las dichas son pocas.
Adiós; hermosa ribera, cielo puro, árboles, rocas: la mano que os ha formado para siempre os abandona, y los ojos que os han visto aparecer entre sombras ya cuantas veces os miren llorarán vuestras memorias, ¡que son las penas tan largas como las venturas cortas!
Carolina Coronado
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