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Una expedición organizada por Scripps Institution of Oceanography y UC San Diego ha descubierto “amebas” gigantes que viven a grandes profundidades oceánicas. El pasado verano esta expedición exploró la fosa de las Marianas, que es el lugar más profundo de la Tierra. Esta exploración la pudieron realizar gracias a unas sondas, denominadas Dropcams, capaces de descender y ascender de esas profundidades sin necesidad de cable alguno. Estas sondas iban equipadas con sistemas de iluminación y cámaras de vídeo.
Gracias a esta exploración a 10.641 metros de profundidad pudieron documentar la presencia de un xenofioforo que vive a la mayor profundidad conocida. Los xenofioforos son seres unicelulares que sólo viven en ambientes marinos profundos y que destacan por tener un tamaño muy grande, pues algunos ejemplares pueden tener células que exceden los 10 centímetros. Son abundantes en el lecho marino y cumplen el papel de anfitrión para otros organismos.
La marca de profundidad previa a la que se encontraron este tipo de criaturas fue de 7.500 metros de profundidad en la fosa de las Nuevas Hébridas. Los científicos dicen que los xenofioforos están entre los seres unicelulares más grandes que existen. Estudios recientes indican que, debido a que atrapan partículas del agua, contienen grandes concentraciones de plomo, uranio y mercurio. Son altamente resistentes a grandes dosis de metales pesados. Además parecen vivir bien en la oscuridad, baja temperatura y alta presión del fondo oceánico.
Se ha demostrado que estos organismos juegan el papel de anfitrión para diversos organismos pluricelulares, así que la identificación de estos seres en los ambientes marinos más profundos de la Tierra abre un completo nuevo hábitat para posteriores estudios sobre biodiversidad, sobre posibilidad de aplicaciones biotecnológicas y sobre adaptaciones a ambientes extremos.
Puede que incluso los xenofioforos sólo sean la punta del iceberg cuando se considera la naturaleza y diversidad de la vida a profundidades extremas. Así por ejemplo, en esta investigación también se ha observado la medusa a mayor profundidad hasta el momento.
Estos descubrimientos se han realizado gracias a las Dropcams que pueden grabar vídeo digital de alta resolución. Estas Drocams fueron desarrolladas por ingenieros de National Geographic. Son básicamente esferas de vidrio grueso que contienen una cámara de alta resolución y sistemas de iluminación que les permiten captar imágenes de alta calidad a cualquier profundidad oceánica. Estas esferas de vidrio son capaces de aguantar más de 8 toneladas de presión por pulgada cuadrada. Para atraer a los animales hacia la cámara se puede utilizar un cebo.
Gracias a esta exploración a 10.641 metros de profundidad pudieron documentar la presencia de un xenofioforo que vive a la mayor profundidad conocida. Los xenofioforos son seres unicelulares que sólo viven en ambientes marinos profundos y que destacan por tener un tamaño muy grande, pues algunos ejemplares pueden tener células que exceden los 10 centímetros. Son abundantes en el lecho marino y cumplen el papel de anfitrión para otros organismos.
La marca de profundidad previa a la que se encontraron este tipo de criaturas fue de 7.500 metros de profundidad en la fosa de las Nuevas Hébridas. Los científicos dicen que los xenofioforos están entre los seres unicelulares más grandes que existen. Estudios recientes indican que, debido a que atrapan partículas del agua, contienen grandes concentraciones de plomo, uranio y mercurio. Son altamente resistentes a grandes dosis de metales pesados. Además parecen vivir bien en la oscuridad, baja temperatura y alta presión del fondo oceánico.
Se ha demostrado que estos organismos juegan el papel de anfitrión para diversos organismos pluricelulares, así que la identificación de estos seres en los ambientes marinos más profundos de la Tierra abre un completo nuevo hábitat para posteriores estudios sobre biodiversidad, sobre posibilidad de aplicaciones biotecnológicas y sobre adaptaciones a ambientes extremos.
Puede que incluso los xenofioforos sólo sean la punta del iceberg cuando se considera la naturaleza y diversidad de la vida a profundidades extremas. Así por ejemplo, en esta investigación también se ha observado la medusa a mayor profundidad hasta el momento.
Estos descubrimientos se han realizado gracias a las Dropcams que pueden grabar vídeo digital de alta resolución. Estas Drocams fueron desarrolladas por ingenieros de National Geographic. Son básicamente esferas de vidrio grueso que contienen una cámara de alta resolución y sistemas de iluminación que les permiten captar imágenes de alta calidad a cualquier profundidad oceánica. Estas esferas de vidrio son capaces de aguantar más de 8 toneladas de presión por pulgada cuadrada. Para atraer a los animales hacia la cámara se puede utilizar un cebo.
Los investigadores de Scripps esperan que un día puedan capturar animales vivos a esa profundidad y llevarlos a un acuario en el que se mantenga esa presión para así poder estudiarlos mejor.
“Como uno de los pocos taxones que ofrece en exclusiva el océano profundo los xenofioforos son emblemáticos de lo que el mar profundo puede ofrecer. Estos fascinantes gigantes están altamente adaptados a condiciones extremas pero a la vez son muy frágiles y están pobremente estudiados”, dice Lisa Levin, que participó en este estudio. “Estos y otros organismos estructuralmente importantes del océano profundo necesitan de nuestra administración según la actividad humana llegue a aguas profundas.”
Esta investigación se ha financiada gracias a la NASA y a National Geographic.
“Como uno de los pocos taxones que ofrece en exclusiva el océano profundo los xenofioforos son emblemáticos de lo que el mar profundo puede ofrecer. Estos fascinantes gigantes están altamente adaptados a condiciones extremas pero a la vez son muy frágiles y están pobremente estudiados”, dice Lisa Levin, que participó en este estudio. “Estos y otros organismos estructuralmente importantes del océano profundo necesitan de nuestra administración según la actividad humana llegue a aguas profundas.”
Esta investigación se ha financiada gracias a la NASA y a National Geographic.
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