En vano te buscamos
No, nadie reunirá tu firme forma, ni resucitará tu arena ardiente, no volverá tu boca a abrir su doble pétalo, ni se hinchará en tus senos la blanca vestidura.
La soledad dispuso sal, silencio, sargazo, y tu silueta fue comida por la arena, se perdió en el espacio tu silvestre cintura, sola, sin el contacto del jinete imperioso que galopó en el fuego hasta la muerte.
Neruda
|