En unas horas estaremos en Nochebuena y, por eso, lo primero que quiero es agradecer los muchos y afectuosos mensajes que nuestros lectores nos hicieron llegar para estas Fiestas. Agradecerlos y retribuirlos, de todo corazón. Es que, además, me propongo hablar del amor.
Hace poco, en un programa de TV al que me invitaron para conversar sobre nuevas tecnologías, me preguntaron: "¿Creés que es posible enamorarse por Internet?" A lo que respondí: "No lo sé... ¿Es posible enamorarse?"
Posible, improbable, efímero y eterno
El amor es una palabra que designa un universo de significados. De hecho usamos el mismo término tanto para la eufórica, pasajera e ilusoria afición que nos asalta por alguien que conocimos hace 10 minutos en una fiesta cuanto para lo que sentimos por la persona con la que hemos estado casados por 40 años. Me pregunto si acaso deberíamos innovar en este sentido, o si la ambigüedad es una de las claves del amor.
Ambigüedad que, me parece, percibimos en los márgenes de la conciencia y por lo tanto procedemos a desactivar con frases como amor verdadero , que pone en duda a todos los otros, o amor fraternal , que es la ley primera, porque si entre hermanos se pelean, los devoran los de afuera.
Aunque, ahora que lo pienso, uno tiene que querer bastante a alguien para pelearse. De otro modo, ni siquiera le interesaría reñir. Oh, perdón, dije querer en lugar de amar . Era para evitar la redundancia. Está bien, admito que no son lo mismo. Espere, ¡hasta parecen opuestos! ¿O todo amor es a fin de cuentas una forma de amarse a sí mismo? Vaya, tal parece que me he metido en un atolladero. Salgamos.
Así suelen empezar los amores. Con una salida. Luego otra. Y así. "Estoy saliendo con alguien", anunciamos. Tal parece que, entre muchas otras cosas, enamorarse es salir de donde estábamos. Es empezar un viaje. Después de mucho tiempo llegaremos al amor. O el amor es el viaje. Es un misterio eso. Bueno, supongo que no sería amor, si pudiéramos definirlo, etiquetarlo y despacharlo como a un coleóptero.
¿Qué es el amor? No lo sé, de verdad, pero se parece mucho a un sexto sentido. Así que sí, sin duda, uno puede enamorarse de otra persona por Internet. Creo también, como dije en ese programa de TV, que el estilo de la Red acentúa un poco la parte inicial, la del enamoramiento, pero no me parece que eso vaya a acarrear un segundo diluvio universal.
Qué progre es discriminar
Criticar las nuevas formas de relacionarse que permite Internet queda muy bien desde la óptica de las personas sanas y con destrezas estándar. Queda súper progre pontificar con aquello de que no hay nada como tomar un café face to face.
Sí, es verdad., siempre y cuando puedas levantarte de donde estás sentado e ir a ese café. Siempre y cuando no sufras de una timidez paralizante que sólo semanas o meses de chat con una persona comprensiva y de verdad interesada en vos podrían ir esmerilando. Siempre y cuando no sufras agorafobia. O ataques de pánico. O narcolepsia.
Uno de mis dos mejores amigos está desde hace muchos años en una silla de ruedas. Un día me dijo que gracias a estas tecnologías él puede llevar una vida 100% productiva, sin ninguna limitación. Es cierto. En Internet lo que cuenta es su enorme inteligencia, su compromiso y su capacidad de trabajo. Ah, y me olvidaba: nuestra amistad comenzó por mail, una década atrás, cuando me escribió para comentar una de mis notas. Hoy no se pierde ninguno de mis cumpleaños.
Es fácil criticar el chat, Facebook o Twitter como si fueran estilos patológicos de amar, pero eso, de nuevo, es una mirada miope, es observar el mundo por una rendija. "En el chat siempre hay alguien con quien hablar, y eso puede salvarte la vida a las 4 de la madrugada, ¿sabés?", me dijo una vez alguien que sufría severas depresiones. Hablaba en nombre de muchas personas en su misma condición.
Ese es también uno de los motivos por los que defiendo los sitios de citas y las redes sociales. Internet no sólo ha democratizado el acceso a la información, sino también el acceso al amor, o a la posibilidad del amor. Le ha dado a más gente mayores posibilidades de conocer a otras personas, y esto, en entornos más seguros que los tradicionales. Sólo hace falta tener un poco de sentido común, como se verá enseguida.
Así que mientras una turba que presume de un intelecto superior, pero suena como Torquemada, asegura que las nuevas tecnologías nos aíslan y enajenan, el hecho es que es mucho más difícil sentirse solo ahora que tenemos Internet.
No hay plata que alcance
Así que hay que tener dos precauciones cuando se critican tecnologías disruptivas. Primero, no caer, de forma patéticamente paradójica, en la discriminación. Segundo, no enmascarar los verdaderos peligros que reptan por los mil dobleces de la Red.
El riesgo no está en llevarse una decepción cuando nos encontremos en el mundo real con esa persona con la que estuvimos mucho tiempo chateando. Esa es una regla de juego previsible de un mecanismo relacional en el que uno crea su propio avatar y, por supuesto, siempre elige la foto en la que salió mejor.
Lo que la crítica superficial puede ocultar es que hay delincuentes que se aprovechan de que todos queremos ser amados, y saben de sobra que la soledad puede ser mala consejera.
Una de las muchas formas que adopta la estafa virtual es lo que en inglés se denomina Romance Scam . Según informaba oportunamente Reuters el miércoles, la estafa romántica -o fraude amoroso- aumenta en estos días festivos. No queremos pasar la Navidad solos. Ni el Año Nuevo. Por eso, no hay carnada más tentadora que la atención del otro.
¿Cómo funciona la estafa romántica online ? El perpetrador crea un atractivo perfil en un sitio de citas o en una red social (Facebook, en general) y luego finge interés por su futura víctima. Chatea con ella durante horas, le dedica mucho tiempo. Con esto la convence de que su interés es legítimo. Luego le declara su amor. ¡Oh, caramba! Es un poco raro, cierto, y algo presuroso, ¿pero cómo resistirse a ser amado?
La relación madura, por así decir, perdura, se crea un vínculo, despunta algo llamado confianza. Cuando el estafador cree que es el momento adecuado, aparece el tema del dinero. Las excusas son muchas. La típica: se quieren conocer personalmente, pero la distancia -que suele ser un ingrediente infaltable de estas relaciones- constituye un impedimento. El estafador argumenta no tener el dinero para solventar el viaje.
Adivine de dónde saldrán los fondos.
Adivine a quién dejarán plantado.
Como dije, hay docenas de tácticas usadas por los estafadores para extraer dinero a personas que se sienten solas. En http://romancescams.org hay más información (en inglés) y ayuda sobre este delito. Por ejemplo, una nueva y repugnante vuelta de tuerca de estos scammers es la de admitir su delito, cuando son descubiertos, pero acto seguido jurar que realmente se han enamorado de la víctima. No sé cuál crimen es peor, si robar de un bolsillo o mentirle así a alguien que se encuentra solo.
¿Me lo traduce?
Las estafas románticas son más comunes en los Estados Unidos y algunos países de Europa, y por lo tanto hay poca información en español. Encontré, no obstante, un buen artículo publicado en abril en el blog Tecnosaurios: http://tecnosaurios.blogspot.com/2011/04/fraude-amoroso-romance-en-las-redes.html
También me crucé con algunos posts que sugieren que ya hubo casos de estafa romántica en nuestra región. En todo caso, los canallas no conocen fronteras y más tarde o más temprano la tendencia va a ir en alza también por nuestras tierras, como ocurrió en su momento con el phishing.
Por ahora, el scam de correo electrónico encuentra un obstáculo en el idioma. Habrá recibido esos mails en los que se nos confía que una dadivosa herencia olvidada en algún país africano podría terminar en nuestra modesta caja de ahorros. Aparte de que es todo muy raro (¿por qué me eligieron a mí, para empezar?), los delata la traducción a máquina. Observe el fragmento a continuación, extraído de un mail que recibí estos días. Verá que la falta de un espacio entre dos palabras hizo fallar al software de traducción y, aparte del evidente cocoliche, se les filtraron directamente dos palabras en inglés.
"Ahora, nuestro banco ha estado esperando por cualquiera de los parientes de las personas fallecidas por venir, para el reclamo, pero nadie ha hecho that.I personalmente no han tenido éxito en la localización de los familiares durante los últimos dos años, busco su consentimiento a la presente usted como a los familiares / beneficiarios de los difuntos para que los ingresos de esta cuenta por valor de £ 18.500.000 GBPS se puede pagar a usted."
Nos podríamos hacer un festín analizando el texto precedente, pero si bien es cierto que no funciona por mail, un extranjero hablando spanglish en el chat sonaría mucho más verosímil. Así que cuidado.
Señales de alerta
Por otro lado, el riesgo de sufrir una estafa es asunto menor en comparación con el de ponerse en contacto con un psicópata, con una persona malvada que buscará hacernos daño. No ocurre a menudo, pero hay personas que perdieron el rumbo en esta vida, de eso no cabe duda. Creo que hay más gente buena que mala en este mundo, de otro modo la especie ya se habría extinguido hace rato. Pero, de todos modos, ¿qué debería ponernos en alerta cuando conocemos a alguien en el espacio virtual? Cuatro signos son característicos.
Primero, que sea demasiado bueno para ser cierto
Las personas reales no son perfectas. Así que si alguien parece la pareja perfecta, cuidado. Los estafadores trabajan en equipo, con un guión y tienen mucha experiencia sobre lo que las personas desean encontrar. Aquí, más que en ningún otro lado, lo perfecto es enemigo de lo bueno.
Segundo, que nos declare su amor
Uno entendería que le gustemos. Que se sienta atraído. ¿Pero declararnos su amor? No, espere, no estoy contradiciéndome. No es que no pueda haberse enamorado por chat o videoconferencia o Skype o Messenger o Facebook. La cuestión es que lo declare por camarita y micrófono. Esas cosas se dicen en persona. Al menos la primera vez. No porque sea mejor, sino porque uno tiene que ser lo bastante corajudo para arriesgarse al rechazo, y mucho más para recibir un sí como respuesta.
Oh, claro, pero se encuentra lejos y pronto usará ese loco amor que nos ha declarado como excusa para proponer un viaje. Viaje para el que, confesará, no tiene créditos.
Existen condiciones excepcionales en las que la declaración de un amor podría admitirse online, pero son tan pocas que más vale dudar frente a una situación de esta clase.
Si además nos declara su amor por Internet en las primeras 48 o 72 horas, la señal de alarma debe sonar a 195 decibeles en nuestra cabeza. O es un estafador o tiene un problema de alineamiento de patitos.
Ni hablemos de que te proponga matrimonio por el chat o por Skype . Eso es como regalarle a una chica una amoladora en lugar de un anillo de compromiso. Y significa que hay algo muy pero muy sospechoso.
Tercero, que pida dinero
Dinero, cambiar cheques, trasladar paquetes o hacer cualquier tipo de trámites en el mundo real. El romance online es online y nada más que online.
Que sea online le da a uno margen para salirse de esa incipiente relación sin mayores problemas. El hecho es que sí falta información que un encuentro real nos ofrecería a manos llenas desde la primera cita, así que para compensar eso debemos poder abrirnos sin más.
Darle tu mail ya es un paso hacia la realidad. No importa que la otra persona te haya ofrecido francamente su dirección de correo electrónico. ¿Cómo saber si es auténtico a lo acaba de crear?
Proporcionar tu celular ya es salirse por completo de la relación online, a menos que seas agente secreto y cuentes con varias identidades falsas y sus no menos apócrifas líneas móviles.
Así que para llegar a la instancia de conocerse personalmente y salir por completo de la relación online hay una serie de pasos complejos que suscitan dudas, que desvelan. Si todo sale bien, y en general sale bien, daremos esos pasos y llegará el primer café face to face.
Por eso, si mucho antes de tales etapas alguien te pide dinero o cualquier acción en el mundo real, salí corriendo. No contestes más sus mensajes, eliminá tu perfil, esfumate. Tuviste suerte de no darle tu celular, lo que nos lleva a la última señal de alerta.
Cuarto, el apuro
Si algo caracteriza a las estafas en general y a las virtuales en particular es la prisa, la urgencia. En el presente caso se usa como excusa ese amor desesperado que el otro dice sentir por nosotros. Es una mentira. Es el cuento del tío con corazoncitos dibujados todo alrededor.
El estafador sabe, sin embargo, que necesitamos creer y, en nombre de ese amor, querrá muy pronto algo más que chatear. Nos pedirá nuestra dirección de e-mail. Nuestro celular. Nos hará preguntas que en una primera cita en el mundo real nos parecerían desubicadas. Cuánto ganamos, por ejemplo.
Sobre todo, el estafador no parecerá ser una persona que se encuentre sola y para quien la compañía virtual ya resulta un bálsamo. No. Parece estar buscando algo. No queda claro qué, porque oculta bien su ansiedad y sus intenciones, le pone palabras dulces, insiste con la inmensa alegría que le da encontrarse con nosotros, pero esta alegría no constituye un fin, sino que motiva más solicitudes. A ver, ¿si se alegra tanto de encontrarnos online, por qué no le alcanza con eso?
En otras palabras, si te da la impresión de que no le basta con verte por Internet y cuando mirás el almanaque te das cuenta de que lo conociste hace 48 horas, salí corriendo. La impaciencia es el sello de toda estafa.
Así que no es tan difícil esquivar la estafa, amorosa o de otra clase. Porque Internet será nueva, pero el fraude es tan viejo como el mundo.
Fuente :
Ariel Torres
http://www.lanacion.com.ar/1434840-lo-que-nos-faltaba-la-estafa-romantica-online