Pureza Canelo
Laberinto
Empedrar el fondo de los lagos.
Volver al aula de la que huiste.
Irse, otra vez desnuda, a la vereda de confesión.
Comprender ahora antiguos pecados de avaricia robustos pecados de palabras.
A la poesía que sirvo es vivir. Vivir primero, después la mano que fabular pueda y sepa hacerlo cuanto más mejor. Decirlo amablemente y que mi laberinto de algas agrande lo que llevo escrito, abel revuelto con caín, qué más da.

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