Serenamente gris
La lluvia, tornadiza como una polvareda, más flota que desciende, serenamente gris... el viento, adormilado, sobre la tarde queda y sobre los ramales la nébula sutil Cabalgan por el éter tristezas invernales, y en la tranquila estancia, serenamente gris, mientras la vaga niebla se asoma a los umbrales ¡te duermes en mi pecho como una flor de lis! Tu joven pecho cándido me brinda sus latidos y tus fragantes labios, dulces y sonreídos me invitan para el beso romántico sutil, y mientras que yo beso tus labios virginales, envuelta en sus dolientes crespones invernales muriendo va la tarde, ¡serenamente gris...!
FEDERICO BERMÚDEZ Y ORTEGA

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