El reclinatorio
¿Quién colocó mentira sobre el suelo para las descansadas bienvenidas? ¿Para qué fe sin luz, ansias mullidas arropan al dolor con terciopelo?
Quien cabalgue amargura, vaya a pelo con las roncas espuelas doloridas, fluyéndole la sangre por las bridas, sobre las ancas de la bestia en celo.
De rodillas aquéllos, los que ignoren que pueden encontrarte en una rosa o en la terrible soledad espesa.
Que es muy fácil, Señor, que aquí te lloren con una bienvenida presurosa y la sangre rotundamente ilesa.
Pilar Paz Pasamar
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