LetanÍas de noviembre
I ¡Están tocando a muerto las campanas lejanas...! Hablan los viejos bronces de quietud y partida con esa lengua lúgubre que tienen las campanas cuando cantan el canto de cisne de la vida... ¡Están tocando a muerto las lejanas campanas... y a los vagos confines van en alas del viento las esquelas mortuorias, como el hondo lamento de dolores ignotos y quimeras lejanas... En la antigua Necrópolis, de cipreses y cruces cuelga el vésper el velo de sus pálidas luces y la humana dolencia sus adelfas y lirios; mientras dicen los labios las palabras piadosas que vuelan como vagas dolientes mariposas al redor de la flama de los místicos cirios... II En la calma uncitiva de la tarde que muere como el alma impalpable de una casta blancura, con dejo melancólico de triste miserere vuela el vago responso de los labios del cura... Todo calla y se inclina, y el espíritu inquiere y dialoga en silencio con la Pálida oscura, y en la calma uncitiva de la tarde que muere me arrodillo, a los ruegos del responso del cura... ¡Madre mía! (yo rezo) que tu amparo me diste, rasga el manto de sombras de mi espíritu triste... ¡por qué tocan tan tristes las campanas lejanas...! Madre mía, ángel casto de virtud y de amores, ¿si a tu vuelo dejaste tus amargos dolores, por qué tocan tan tristes las lejanas campanas...?
FEDERICO BERMÚDEZ Y ORTEGA
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