Tu amor, mi desengaño
¿Quién es el que ostenta el venerado fuego? Flama que lo indulta de apetitos prohibidos, exaltando tus pupilas, arrasando tus sentidos. Ajeno fulgor donde se congelan mis anhelos.
¿Cuál será la cualidad que te ha obsequiado? Virtud que lo ha erigido en rey de tus latidos, en tu saludable locura y mi mortífero castigo, en tu dulce amor y el acíbar de mi desengaño.
¿Un príncipe de romántico cuento de hadas? Entregando dócilmente el beso apasionado, ese tacto que te despierta del mortal letargo, esa comunión que envenena mis esperanzas.
¿Quién le ha conferido el derecho divino? Don de ser el origen señero de tus sonrisas, de ser el recurrente destino de tus caricias, de ser la corriente perpetua de tus motivos.
¿Cuál es la cuna de su irresistible linaje? Se te distingue tan feliz porque le amas, con esta felicidad tuya que me desarma, y me veda el consuelo de poder odiarle.
(Fabián Ruiz)

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