Alabado sea Jesucristo…
El Espíritu de Jesús es la autodonación de Dios. Por el Espíritu, a partir de Pentecostés, los discípulos de Jesús, hombres y mujeres, con María, se sienten libres y liberadores. Buena ocasión para preguntarnos por “nuestro espíritu”. ¿Qué experiencia tengo de su acción en mi vida? ¿En qué se nota la acción del Espíritu de Jesús en la comunidad de creyentes? ¿Muestro un cristianismo apagado, sin Espíritu, basado más sobre temores, normas y miedos que sobre la alegría y la fuerza de la Vida Nueva?
Preparemos nuestro corazón para recibir el domingo al Espíritu Santo y para que fructifiquen en nosotros sus dones, de manera que renovemos nuestra vida interior y la proyectemos a los demás, saliendo al mundo a llevar la Buena Noticia con amor y con paz.