Sus manos cansadas y tiernas
marcadas por el paso de los años
que dulcemente cosen pañuelos blancos
que han dejado hermosas huellas eternas.
Ese rostro cansado de señora y dama
esa sonrisa graciosa y marcada
que me ampara, me cuida y me sana
esa alegría que me da vida cada mañana.
Ese caminar tan lento de pasos tardíos
esos días en que juntas paseamos
los recuerdos que en la cama nos contamos
de esos que aun viven, y no se han perdido.
Es tu abrazo, necesario como la vida
tu presencia que no me falte todavía
tu eres mi luz, mis pasos, eres mi guía
gracias por existir Madre...no me faltes todavía.