Alabado sea Jesucristo…
Los expertos que se han ocupado de analizar nuestro perfil como nación nos han dicho de todo: víctimas de la fracasomanía, ciudadanos omisos, corruptos empedernidos, simuladores incapaces de ventilar nuestra identidad sin disimulos.
Varias veces han pronosticado nuestra ruina y extinción y no obstante estamos de pie, pese a tantos males sociales, políticos y económicos que nos aquejan.
Extrañamente no hemos perdido del todo la esperanza. La declaración del ciego Bartimeo puede estimularnos: "Maestro, que vea otra vez".
Desde esta óptica, es imprescindible reavivar la esperanza. Si nos dejamos robar el sueño nacional, será necesario volverlo a bosquejar.
Cuando un pueblo cree en sus raíces, valora sus logros culturales y sabe producir hombres capaces, que le permitan enfrentar sus crisis añejas y recientes.
"La verdad católica