Endecha.
La ciudad es tan triste en estas tardes yertas, cuando por la memoria andas como un espectro escuchando tus pasos en las calles sin nadie. Todo lo que se ha muerto en ti, dentro de ti, -la vida ilimitada que pareció posible- pesa, como una honda derrota. Y no es fácil. No es fácil para nadie porque nadie está vivo en estas tardes largas cuando la vida tiene más años aún que tú y sabes que has perdido. Y sabes ya del próximo capítulo por noticias antiguas de viajeros.
Es el mal de vivir, en su acepción burguesa, como un vicio secreto de la ciudad que habitas. Displicente y amarga, prefigura la noche.
María Maizkurrena. |