Déjenme vivir los días de este naufragio.
Nada se compara a la desolación de su tormenta.
Nada crea el ámbito eficaz de tu agonía.
Déjenme los huesos tirados en su piel de razas.
Déjenme la sangre en el atropello de los años.
Nada refleja mi umbilical parentesco con la tierra.
Nada me queda de las palabras dichas.
Déjemne el hombre y la mujer.
Déjenme la muerte,
que ellos reconstruirán la historia.
Monica Escaldeferro.