Espera siempre.
La muerte espera siempre, entre los años,
como árbol secreto que ensombrece,
de pronto, la blancura de un sendero,
y vamos caminando y nos sorprende.
Entonces, en la orilla de su sombra,
un temblor misterioso nos detiene:
miramos a lo alto y nuestros ojos
brillan, como la luna, extrañamente.
Y, como la luna, entramos en la noche,
sin saber dónde vamos, y la muerte
va creciendo en nosotros, sin remedio,
con un dulce terror de fría nieve.
La carne se deshace en la tristeza
de la tierra sin luz que la sostiene.
Sólo quedan los ojos que preguntan
en la noche total y nunca mueren.
José L.Hidalgo.