El tema de la conversión del corazón acompaña la Cuaresma, nuestra preparación para la Pascua. En este tiempo se nos pide que tengamos una serie de formas externas que muestren lo que hay en nuestro corazón.
¿Son importantes las formas externas? Sí, pero más los contenidos del corazón y esto es algo que no se ve o se mide fácilmente, pero que es imprescindible en nuestra vida.
¿Cómo se puede medir el amor de un esposo a su esposa? ¿Solamente por las formas externas? No. Hay que encontrar esa dimensión interior que revela apertura, entrega.
Por ejemplo, la esposa y el esposo entran a todas partes en la casa. En cambio al huésped, a la visita se le impide entrar en ciertas recámaras, en ciertos lugares.
Así es el corazón arrepentido que busca al Señor esta Cuaresma, que seamos capaces en nuestro interior de abrirnos a Dios, de no permitir que haya todavía cuartos cerrados, a los cuales Él no puede entrar, porque es visita y no esposo.
Al huésped se le puede tener contento simplemente con traerle café y galletas, pero al esposo o a la esposa no se le puede contentar simplemente con una formalidad. Al esposo o la esposa hay que darle el corazón.