La alegría es la tristeza desenmascarada y el pozo del que brota nuestra risa,
es el mismo que colma nuestras lágrimas.
Mientras más hondo cava el dolor dentro de nosotros y más profunda
se hace nuestra herida, más cabida habrá para nuestro gozo,
más espacio habrá para la alegría.
Cuando estés feliz mira profundo en tu corazón y verás que lo
que te causó dolor ahora te da alegría.
Si estás triste, mira en tu corazón y verás que lloras por lo que
fue el motivo de tu felicidad.
La alegría y la tristeza son inseparables, y cuando una está sentada
a tu mesa
la otra, está dormida en tu lecho.
Sólo cuando vivimos alegrías y tristezas podemos estar quietos,
en equilibrio, en paz.