La tranquilidad y sus sinónimos:
dulzura, suavidad, bondad, docilidad, apacibilidad.
Para alcanzar la perfección piensa en qué consiste la mansedumbre.
Serás manso de corazón
si no te dejas arrastrar por la ira que se levanta en tu interior
cuando ocurren hechos adversos o al recibir una injuria.
Dosificarás la palabra si a todos hablas con claridad,
y evitas las contiendas y querellas o las palabras ásperas u ofensivas.
Por eso, cuando sientas la mansedumbre en tu alma
será como la brisa que vague por el bosque;
será vehemente como el fuego, y quieta como las cumbres.
Unifica tus ojos y oídos
para mirar y escuchar al unísono en paz y calma,
para que no caigan en la confusión y el desorden,
pues, cuando pongas primero la mansedumbre en tu espíritu,
podrás ver y escuchar la verdad.
Mantente firme en tu propio corazón;
sólo entonces puedes lograr la mansedumbre.
El ser manso no significa no luchar.
Cualquier persona en el mundo
se dispone a combatir en un minuto si se siente animada,
pero cuando se trata realmente de luchar, es poseída por la energía.
Verás que llevando siempre la mansedumbre,
tu espíritu tendrá mucho más energía para luchar
cuando se presente la ocasión.
Utiliza el orden para enfrentarte al desorden,
utiliza la calma para enfrentarte con los que se agitan,
y así habrás dominado tu corazón y las fuerzas oscuras.
Si tu corazón está totalmente abierto y tu mente en orden,
serás capaz de adaptarte a responder sin límites,
a manejar los acontecimientos de manera infalible,
a enfrentarte a dificultades graves e inesperadas sin turbarte,
dirigiendo cada cosa sin confusión.
Evita la confrontación inútil.
No intentes ir contra la corriente o cuesta arriba
ni tampoco cuesta abajo con mucha carga,
como pensar que hay enemigos donde no los hay...
Autor desconocido