De dónde proceden esas voces
Desde muy pequeña, siempre le contaba a mis padres que oía algunas voces extrañas. Tan frecuente era esto que acabe acostumbrándome y ya prácticamente formaba parte de mi vida y no era consciente de dichas voces.
En realidad nadie me creyó, pero un día, hablando con mi amiga María, le comenté lo que me sucedía cuando era pequeña, y que ahora tenía la sensación de que no pasaba pero no estaba segura.
Mi amiga se lo tomó a broma, porque realmente pensaba que eran cosas de niños y que no había que darle más importancia. No obstante, pocos días después, María me llamó asustada diciéndome que ella también había empezado a oír las voces.
Nos reunimos para intentar aclarar qué era lo que podía estar pasando, y lo cierto es que teníamos tanto miedo que decidimos contárselo a mi madre. Al decírselo, la cara de mi madre se puso blanca, y fue cuando nos confirmó que desde el primer momento en el que yo le transmití lo que me ocurría, ella también empezó a oír voces.
Fue entonces cuando nos dimos cuenta de que todas las personas a las que le contaba lo de las voces, acababan oyéndolas ellos también, algo que empezó a preocuparme seriamente porque no sabía cuándo terminaría y qué efecto podría tener sobre las personas a las que quería, ya que mi padre falleció misteriosamente y entiendo que el también oiría las voces aunque lo desmentía.