Hablemos de amor, amor mío, despacio, muy
bajito, susurrándonos palabras de cariño encendido, sin que nadie se
de cuenta, sin que la razón nos despierte recordándonos la tristeza
de aquel pasado maldito.
Olvida, por un instante, olvida te
digo, los remolinos de llanto que tanto nos han herido y aquellas
noches de angustia, y tus pasos vacíos, y las palabras que nos dijimos
cuando arañaban tus celos enfurecidos o brotaban mis rencores con
ahínco.
Disfrazados de guerreros ambos dos nos herimos, aún
sabiendo que el amor sobrevive a mil martirios, y ahora es esta
distancia, esta ausencia prolongada, la que miente, la que ahoga,
la que con saña nos daña.
Por eso, amor, olvidemos, acercando
las miradas, porque sé que tras tus párpados hay un hombre que me ama,
y aquí en mi pecho yo guardo, como llamas que prenden mi alma, dos
estrellas de plata y los pétalos que me distes de aquellas dos flores
blancas.