¡¡Anda libre en el surco, bate el ala en el viento, Late vivo en el sol y se prende al pinar. No te vale olvidarlo como al mal pensamiento: ¡Lo tendrás que escuchar!.
Habla lengua de bronce y habla lengua de ave, Ruegos tímidos, imperativos de amar. No te vale ponerle gesto audaz, ceño grave: ¡Lo tendrás que hospedar!.
Gasta trazas de dueño; no le ablandan excusas. Rasga vasos de flor, hiende el hondo glaciar. No te vale decirle que albergarlo rehúsas: ¡Lo tendrás que hospedar!.
Tiene argucias sutiles en la réplica fina, Argumentos de sabio, pero en voz de mujer. Ciencia humana te salva, menos ciencia divina: ¡Le tendrás que creer!.
Te echa venda de lino; tú la venda toleras; Te ofrece el brazo cálido, no le sabes huir. Echa a andar, tú le sigues hechizada aunque vieras ¡Que eso para en morir!.