¡Yo me he dado cuenta de que he perdido mucho tiempo pensando en
usted y dándole explicaciones de por qué ya no quiero seguir
esperándole. Es más, me he dado cuenta de que por usted
ya apenas siento nada. Y de que aquellos recuerdos que antes grabé
a fuego en mi corazón, poco a poco se van borrando. Puede
parecer frío, pero me alegro de ello. Porque el espacio que llenaban, ahora ha vuelto a
quedar vacío y en él puedo dar cabida a otro amor. Y la verdad es que me apetece volver a sentirme amada.
Amada, sin miedos ni condiciones. Amada, sin agenda
ni horarios, sin dudas ni arrepentimiento... Amada, sí. Amada, sin más.
Por eso he vuelto a salir de mi cautiverio. Por eso he vuelto
a aparecer ante el mundo con una sonrisa amplia y
descarada. Con unos ojos brillantes de ilusión.
Y con un corazón contento y ansioso de felicidad. Y mientras llega ese hombre que quiera compartir su
vida conmigo y desee que yo haga lo mismo
con él, mientras llega ese hombre, pienso disfrutar cada
instante que la vida me ofrezca. Estoy dispuesta a sentir en mi piel la magia del deseo y la pasión.
Porque he permanecido en la sombra demasiado tiempo, esperando
una señal que jamás llegó.
Ahora yo he decidido vivir, robarle al mundo una sonrisa
y prenderla en mi pelo. He decidido sentir, sentir que no estoy
muerta, aunque lo cierto es que en algún momento del pasado, así
lo sentí. Y quiero gozar, gozar de mi juventud y recuperar
el tiempo que sin darme cuenta con usted perdí.
Tan solo quería que supiera que esta mujer que un día
suspiró por usted, ahora está dispuesta a perder el
aliento riendo, disfrutando y sintiendo el aroma del deseo y el sabor de la pasión. Y no piense que se lo digo para que se arrepienta de haberme perdido.
No es esa mi intención. Se lo digo para que siga disfrutando con
ella sin tener que preguntarse más qué debe hacer, ni lamentarse
de no poder corresponderme. Ya no es necesario. Porque yo ya lo he decidido.