Dan ritmo a la faena los trozos musicales; Combate la tristeza la suave melodía; cuando preocupaciones asedian, habituales, Cantares apaciguan la mente, todavía.
La música es así, remedio de los males, Inagotable fuente a escanciar cada día; Sosiego de palacios, templanza de arrabales, Y placidez del alma, armonizante guía
Si acaso preguntaras, qué en la hora postrera Ansío oír de nuevo, mi gusto no vacila: Aurora, de Panizza —Canción a la Bandera—, Y la muerte de Isolda, el aria de Dalila, También de Mefistófeles el dantesco monólogo O el Coro de los Angeles, divinizando el Prólogo