EL PERDON Y LA FELICIDAD
La palabra perdón significa “desatar, deshacer nudos”, porque cuando alguien nos lastima es como si hiciera un nudo en nuestro interior. Estamos atados y no sabemos por qué, nos sentimos agobiados, intranquilos, sin ganas de iniciar cosas importantes porque nuestro inconsciente nos advierte que así no podemos continuar, por eso tenemos que hacer un alto en el camino y perdonar... pero no de palabra, sino de corazón, a partir de ahí estoy seguro que nuestro barco podrá zarpar en busca de nuevos horizontes.
El perdón no es un mecanismo para liberar de culpa a quien nos ofendió, para que yo sea libre de la amargura que aquella persona dejó en mi corazón.
Yo puedo decidir perdonar a alguien, que no está arrepentido de haberme dañado, porque mi intención al perdonar no es que esa persona quede libre de culpa, sino que yo quede libre en mi interior, que tenga paz espiritual, que pueda vivir bien, que haya desatado la amarra que me tenía detenido en el puerto.
Es importante entender que el perdón no exime de culpa al ofensor, sino que libera al ofendido.
Usted y yo necesitamos decidir perdonar para ser libres de las heridas del alma.
Muchas veces escuchamos la trillada frase: “yo perdono, pero no olvido”, eso no es perdonar, es simplemente repetir una palabra hueca, sin ningún contenido, de mentiras, eso en lenguaje sencillo se llama ser hipócrita.
Con esa actitud, los que continuamos dañándonos somos nosotros mismos, porque seguramente la otra persona creerá que todo terminó pero seguimos con la espina clavada en el corazón y en la mente.
Se trata de tomar la decisión de no traer al presente las cosas pasadas, y mantenernos firmes en no criticar, ni agredir a la persona que nos ofendió.
Cuando usted decida perdonar a alguien, es indispensable que lo confiese con su boca, no piense el perdón, hable el perdón, no importa que usted esté solo, quizás va en su automóvil escuchando música y piense “yo necesito perdonar porque quiero ser libre”, pero no es suficiente que usted lo piense, hay que confesarlo con su boca, y alojarlo en el corazón.
Lo importante es decidir perdonar, quizá sea difícil dar el primer paso, pero entienda que es mejor hacerlo ahora que seguir mortificado por algo que ya pasó...
¿Le cuesta perdonar?
Sucede esto: el que se da por ofendido o es ofendido, el que se resiente, el que odia tiende como un puente entre él y el que es objeto de sus resentimientos y odios. Ese puente está hecho de resistencias mentales y emocionales que ponen al sujeto que las padece dentro de un círculo de fuego verdaderamente infernal, lo que ocasiona gran sufrimiento. ¿Qué hacer? Perdonar.
Perdonar es, “quebrar esos vínculos y desligarse, extinguir esos sentimientos como quien apaga una llama”. Y hay que hacerlo cuanto antes porque el que almacena en su corazón resentimientos, odios, deseo de venganza es como quien ingiere veneno: se autodestruye mientras sufre insensatamente.
Se habla de dos clases de perdón: el intencional o de voluntad y el emocional; el primero es relativamente fácil de darse en mucha gente basándose en principios religiosos y morales; el segundo cuesta, pues equivale a ese proceso de ir curando poco a poco la herida que el supuesto ofensor y su ofensa han dejado en el alma...
Espero que estas reflexiones los ayuden a perdonar y a ser perdonados.
Porque lo que es verdad que el odio, rencor, rabia,etc... solo hace daño a quien lo siente.
El objeto o la persona a quien lo dirigimos quizas nunca se entere o quizas ya perdonó?
d/a