Alabado sea
Jesucristo…
Los seguidores y seguidoras de Jesús han de actuar como
actuó Él. Contagiar su mensaje de abundancia de paz, libertad, fraternidad, justicia,
alegría, luz...
Jesús empieza por invitarnos a cambiar, a encontrarnos
con Alguien que quiere hacernos mejores personas, más humanas y más felices.
Siempre es buen momento para convertirse, porque siempre es buen momento para
amar, para ser feliz, para agradecer, para dejarse transformar por la acogida,
la cercanía, la compañía y el amor de Dios y de los demás.
Dios está cerca… viene como brisa, como susurro, se le
siente dentro del corazón, porque el Reino de Dios no está fuera, está en
nuestro interior. Jesús es el comienzo de ese “algo nuevo”, diferente a todo lo anterior, que ya
ha comenzado y que no tiene fin. La auténtica conversión, la auténtica
felicidad, es conocer a Jesús y vivir como vivió Él.
Jesús llama a personas sencillas en su trabajo cotidiano.
Como a Pedro, Andrés... nos llama a cada uno de nosotros por nuestro nombre. Y
esa llamada no es a minorías, es a todos, se realiza cada día en nuestro
entorno, en nuestro trabajo, en las actividades diarias; la respuesta,
personal, responsable y libre, también se va dando cada día. Jesús nos invita a
vivir felices, a alegrar y liberar a
todas las personas, llevando la Nueva, la Buena, la Mejor Noticia. Como hace
Él.
Jesús sigue repitiéndonos la invitación a salir de la
rutina, las falsas seguridades, la
comodidad mental y existencial y a convertirnos en sus mensajeros, priorizando en nuestra vida cotidiana todo
aquello que tenga que ver con el proyecto del Reino de Dios: la verdad, la
justicia, la solidaridad y la dignidad de todas las personas, especialmente las
empobrecidas, las que se ven privadas de consuelo, luz, horizonte y esperanza.
Jesús siempre acompaña sus palabras con hechos. Al ver a
las personas agobiadas, angustiadas, oprimidas, empobrecidas, tratadas
injustamente, con miedos y escrúpulos en sus relaciones con Dios, no se limita
a hablar, consuela, sana, libera, denuncia, enseña, acoge, devuelve la
dignidad... cura las almas y los cuerpos, mostrando cómo es Dios y cómo debe
actuar quien quiera seguirle. Con ese llamado y ejemplo suyo debemos hacernos
sus discípulos.
Sagrado
Corazón de Jesús. Mil gracias por concederme un
día más para adorarte y servirte. Hagamos como
decía San Agustín: Señor a Ti solo busco, a Ti
solo amo y tuyo quiero ser. Mi único deseo es conocerte
y amarte. (Sol 1,1,). La mies es mucha y pocos son los
obreros para recogerla. Es la Palabra de Dios.
Alabado sea Jesucristo. Amén. Yo dibulgo
cada día Pequeñas Semillitas, con el vehemente deseo de
que se propague la Fe, en el Sagrado Corazón de
Jesús y suplico a todos los creyentes y no creyentes, que pidan al Señor Jesucristo en oración, que no haya más guerras ni hambre en el Mundo, ni atentados terroristas ó políticos de guante blanco, y reine la Paz, así como el Amor,
en todos los rincones del Orbe. Así sea. Detente,
el Sagrado Corazón de Jesús, está conmigo. Casimiro
López
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