Este
mundo que nos sostiene no es definitivo. Un día la creación entera dará
"signos" de que ha llegado a su final para dar paso a una vida nueva y
liberada que ninguno de nosotros puede imaginar ni comprender.
El
final de la historia no es el caos, la destrucción de la vida, la
muerte total. Lentamente, en medio de luces y tinieblas, escuchando las
llamadas de nuestro corazón o desoyendo lo mejor que hay en nosotros,
vamos caminando hacia el misterio último de la realidad que los
creyentes llamamos "Dios".
No
tenemos que vivir atrapados por el miedo o la ansiedad. El "último día"
no es un día de ira y de venganza, sino de liberación. Lucas resume el
pensamiento de Jesús con estas palabras admirables: "Levántense, alcen
la cabeza; se acerca su liberación". Sólo entonces conoceremos de verdad
cómo ama Dios al mundo.
Tenemos
que reavivar nuestra confianza, levantar el ánimo y despertar la
esperanza. Un día los poderes financieros se hundirán. La insensatez de
los poderosos se acabará. Las víctimas de tantas guerras, crímenes y
genocidios conocerán la vida. Nuestros esfuerzos por un mundo más humano
no se perderán para siempre.
Jesús
se esfuerza por sacudir las conciencias de sus seguidores. "Tengan
cuidado de no dejarse aturdir por los excesos".No vivan como imbéciles.
No se dejen arrastrar por la frivolidad y los excesos. Mantengan viva la
indignación. "Estén siempre despiertos".No se abandonen. Vivan con
lucidez y responsabilidad. No se cansen. Mantengan siempre la atención y
la tensión.
¿Cómo
estamos viviendo estos tiempos difíciles para casi todos, angustiosos
para muchos, y crueles para quienes se hunden en la impotencia? ¿Estamos
despiertos? ¿Vivimos dormidos? Desde las Comunidades Cristianas tenemos
que alentar la indignación y la esperanza. Y sólo hay un camino: estar
junto a los que se están quedando sin nada, hundidos en la desesperanza,
la rabia y la humillación.
José Antonio Pagola