Alabado sea Jesucristo…
Una
cosa es segura en la vida: que cambia constantemente. Justo cuando todo
parece marchar a la perfección podemos enfrentarnos súbitamente a un
desvío.
El
cambio puede hacernos sentir inseguros, pero la confianza se recupera
rápidamente cuando ponemos la situación en manos de Dios. Al recordar
que Dios está a cargo estamos aceptando esta verdad: el cambio contiene
las semillas de algo que enriquecerá nuestra vida.
El
cambio no es algo que debamos temer. Simplemente significa que, por el
momento, tomamos un rumbo diferente. Cuando sabemos que Dios nos
acompaña en cada circunstancia, miramos el cambio con expectativa.
A
medida que aprendemos a aceptar de buen grado el cambio, nos resulta
más fácil dejarnos llevar por él. Sabemos que Dios está a cargo y que
todo marcha bien. Padre
mío, fuente de mi vida. Dame la gracia de hacerme amigo de mí mismo. Si
alguna vez sentí vergüenza de ser como soy, te pido perdón a ti, autor
de mi vida y mi ser. Perdona mi insensatez y mi ingratitud. Desde ahora
quiero sentirme contento de ser como soy, feliz de ser como soy. Te
alabo, te admiro y te agradezco por estas manos, este rostro, esta
figura general. Bendito seas por haberme hecho tal como me hiciste. En
tus manos me entrego, feliz de ser como soy. Padre Natalio
Sagrado
Corazón de Jesús. Mil gracias por concederme
un día más para adorarte y servirte. Hagamos
como decía San Agustín: Señor a Ti solo busco, a
Ti solo amo y tuyo quiero ser. Mi único deseo es
conocerte y amarte. (Sol 1,1,). La mies es mucha y
pocos son los obreros para recogerla. Es la Palabra
de Dios. Alabado sea Jesucristo. Amén. Yo dibulgo
cada día Pequeñas Semillitas, con el vehemente deseo
de que se propague la Fe, en el Sagrado Corazón de
Jesús y suplico a todos los creyentes y no creyentes, que pidan al Señor Jesucristo en oración, que no haya más guerras ni hambre en el Mundo, ni atentados terroristas ó políticos de guante blanco, y reine la Paz, así como el Amor,
en todos los rincones del Orbe. Así sea.
Detente, el Sagrado Corazón de Jesús, está conmigo.
Casimiro López
|