Hay quienes se resisten deshilachadamente A morir sin haberse concedido Un año un mes una hora de goce Y esperan ese don cultivando el silencio Vaciándose de culpas y de pánicos Descansando en el lecho del cansancio O evocando la infancia más antigua.
Así / con la memoria en rebanadas Con ojos que investigan lo invisible Y el desaliento tímido y portátil Que se cubre y descubre a duras penas Así miden el cuerpo torpe cándido Ese montón de riesgos y de huesos Áspero de deseos como llagas Que no elige agotarse mas se agota.
Merodean tal vez por la nostalgia Ese usual laberinto de abandonos Buscan testigos y no los encuentran Salvo en las caravanas de fantasmas.
Piden abrazos pero nadie cae En la emboscada de los sentimientos Carne de espera / alma de esperanza Los desnudos se visten y no vuelven.
El amor hace un alto en el camino Sorprendido in fraganti / condenado Y no obstante siempre hay quien se resiste A irse sin gozar / sin apogeos Sin brevísimas cúspides de gloria Sin periquetes de felicidad.
Como si alguien en el más allá O quizás en el más acá suplente Fuera a pedirle cuentas de por qué No fue dichoso como puede serlo Un bienaventurado del montón.