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En el primero de ellos, Quentin Atkinson proporciona fuertes pruebas de que el origen de todas las lenguas que se hablan ahora en el mundo está en África. La historia de nuestra expansión prehistórica por el planeta Tierra estaría grabada tanto en nuestros genes como en las lenguas que hablamos.
Se puede intentar reconstruir la evolución de las palabras. Así por ejemplo, la palabra inglesa “brother,” es “brathir” en irlandés antiguo, “frater” en latín, “phater” en griego y “bhrater” en el sánscrito. Pero esto no nos permite retroceder mucho en el tiempo. Los árboles lingüísticos previos sólo retrocedían 9000 años en el tiempo usando este tipo de técnicas y los lingüistas creían que no era posible retrotraer las lenguas más atrás en el tiempo. Sin embargo, Atkinson afirma que se puede retrotraer la evolución lingüística hasta los 100.000 años.
Atkinson, en lugar de tratar de estudiar las palabras como unidades que cambian en el tiempo ha estudiado los fonemas. Al igual que se estudian los genes, los fonemas de las lenguas que ahora se hablan en el mundo pueden ser estudiados y se puede tratar de descifrar el origen común a todas ellas. Después de analizar 504 lenguas humanas Atkinson ha podido describir cómo el número de fonemas disminuye proporcionalmente según nos alejamos de África, lo que situaría el origen de todas las lenguas en el África subsahariana.
El menor número de fonemas se encuentra en lenguas indias nativas de Sudamérica y en las lenguas habladas en algunas islas del océano Pacífico. Así por ejemplo, algunos lenguajes africanos tienen más de 100 fonemas, mientras que el inglés tiene 45 o el español poco más de veinte. El hawaiano, en el extremo más pobre, tiene sólo 13 fonemas.
Este patrón encaja en un modelo según el cual poblaciones pequeñas en el borde de expansión de la lengua van perdiendo diversidad progresivamente. Atkinson hace notar que este patrón de uso de fonemas en el mundo imita el patrón de diversidad genética humana, que también declinó según los humanos se expandieron desde África para colonizar otras regiones.
En general las áreas del globo que fueron colonizadas más recientemente incorporan menos fonemas en las lenguas locales que las áreas en donde ha habido humanos durante milenios, que usan más fonemas.
Este declive en el uso de fonemas no puede explicarse por desplazamientos demográficos u otros factores locales y proporciona pruebas sólidas de que África es el origen de las lenguas modernas, así como pruebas de los mecanismos paralelos que lentamente conformaron en humanos tanto la diversidad genética como lingüística.
Entre las características interesantes encontradas en el modelo de Atkinson está que la mayor diversidad fonética fuera de África surgió en sureste de Asia, que coincide con la diversidad genética de la región. Esto se debería a que las poblaciones de esa región crecieron rápidamente al poco de que sus antepasados dejaran África. La pobreza fonética de las lenguas nativas americanas sería consistente con la teoría de que el continente fue colonizado desde Asia por humanos que cruzaron el estrecho de Bering, y esto también vuelve a coincidir con los datos genéticos.
Como la lengua evolucionó junto a la especie humana, que surgió en África, este resultado es bastante lógico. Según este estudio el origen de las lenguas humanas precedería a las migraciones que se dieron desde África hace entre 50000 y 70000 años. Luego, en ese lapso de tiempo, tanto los humanos como las lenguas que hablaban se expandieron desde África en un proceso muy similar. Quizás incluso la lengua fue la innovación cultural que alimentó la emigración de nuestros antepasados desde el corazón de África.
El segundo estudio, realizado por Russell Gray, Simon Greenhill y otros colaboradores, desafía la idea de que el cerebro humano produce reglas universales para el lenguaje.
Según Gray la diversidad de las lenguas del mundo es asombrosa. Hay unas 7000 lenguas habladas en la actualidad, algunas con sólo una docena de sonidos distintos y otras con más de 100, algunas con complejos patrones de formación de palabras y otras con palabras muy simples, algunas con el verbo al comienzo de la frase, otras en el medio y otras al final.
“Nuestro trabajo muestra que las afirmaciones de algunos lingüistas realizadas acerca del fuerte papel de una estructura innata de la mente humana que conforma la variación lingüística ha sido fuertemente sobrevalorada”, dice Gray.
Gray y sus colaboradores han usado métodos computacionales derivados de la Biología para analizar los patrones globales de la evolución lingüística. En lugar de patrones universales de dependencias en el orden de las palabras han encontrado que cada familia de lenguajes tenía su propia tendencia evolutiva.
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Fuentes y referencias:
Nota de prensa.
Artículo original.