ODISEA DE UN SUEÑO
Cansado de la vida quise irme muy lejos,
me puse un par de alas para poder volar
siguiendo mi sueño de encontrar el amor
que sólo se halla una vez en la vida.
Anduve errante, viajé sin rumbo fijo
por mundos inventados
tomando caminos indefinidos
como peregrino que busca alcanzar
la beldad muy dificil de realizar...
por ser idealizada.
Después de jornadas imposibles
por intrincados valles y sinuosas veredas,
crucé desiertos dormidos en oleajes
de dunas mecidas por el viento Simún;
tormentas arenosas de mil colores
adornadas por rosas pétreas
carentes de olor...
Cautivo por el perentorio deseo de hallar
el tan ansiado como imaginado oasis
que calmaría mi sed de amar,
continué vagando por mi sueño
con mayor vehemencia.
Una vez logrado mi firme propósito
bebería agua fresca y clara
del manantial de la Vida
y allí tomaría merecido descanso
de mi adorado sueño...
para seguir más tarde y ya sin dilacción
el rumbo de la Rosa de los Vientos,
como nómada que busca su inspiración
sin reparar en esfuerzos.
Alcanzaría posteriormente, como un Tuareg,
la ciudad imperial de Palmira, por la ruta de la seda,
antiquísimo parador de caminantes y trovadores,
para acariciar mi visionado espejismo;
extrayendo de él lo que más anhelé
ver un sueño tan altamente idealizado,
convertirse en realidad...
la realidad más soñada en la Tierra;
la que yo denodadamente perseguía con ahínco...
Y terminando así mi odisea
desperté dentro de mi más adorado sueño,
cuando estaba alcanzándolo.
Autor:
Casimiro López Cano