Pienso en ti, cuando los rayos dorados Del sol brillan sobre el mar; Y cuando las olas reflejan los pálidos Ecos de la luna, pienso en ti.
Veo tu forma, cuando en la distante mañana Se elevan suaves nubes de polvo; En la noche profunda, sobre las rutas de la montaña, Yo veo tus ojos.
Te escucho, cuando las mareas del océano retornan Y se regocijan en sonoros bramidos; En el páramo solitario, en la quietud anhelo, Y escucho tu voz.
Me detengo contigo, aunque tú eres lejanía Tu sombra habita cerca. Crepúsculo, la noche abre su puerta, Amada, te necesito, siempre, eterna.
Henry Van Dyke
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