Alabado sea
Jesucristo…
Compartir la mesa es el gran símbolo de la convivencia,
de la solidaridad, de la inclusión. Los banquetes son entonces la mejor
metáfora del Reino.
Durante su vida Jesús aprovechó el momento de las comidas para transmitir sus
enseñanzas: su concepción del Reino, el modo de actuar de quienes quieran
seguirle, su imagen del Padre. Todo lo necesario para darnos vida, para que
demos vida, para hacernos partícipes de su vida. Para que seamos alimento y
aliento para los demás. En primer lugar para las personas que no tienen, por la
injusticia e insolidaridad, el alimento ni las condiciones necesarias para una
vida digna y feliz.
El Concilio Vaticano II nos dejó esta enseñanza que a la
vez encierra toda una sentencia: “Alimenta al que se muere de hambre, porque si
no lo alimentas lo matas” (G.S. 69). Con la resonancia de la festividad del
Cuerpo y Sangre de Cristo en nuestros corazones, es un buen momento para
preguntarnos cuánto nos moviliza y qué hacemos frente al hambre de nuestros
hermanos…
¡Buenos días!
Aceptarse a sí mismo
Acéptate a ti
mismo incluso frente a los demás. No tengas miedo, no te dejes paralizar por
tus límites o carencias. Concéntrate, más bien en tus fortalezas. Acepta ser tú mismo ante los otros tal como
eres, con tus luces y sombras. Cada cual sabe dónde le aprieta el zapato. Lee
una graciosa anécdota: dos personas que se enfrentaron, cada una con su
fragilidad.
Lord George Byron (1788-1824), famoso poeta
inglés, era rengo. Su excesiva vanidad sufría horriblemente con ese defecto. La
más pequeña alusión a su renguera lo ponía colérico y mordaz. Cierto día la
duquesa de Devonshire, que era bizca, le preguntó: — ¿Cómo anda? Creyendo el
poeta que esta pregunta encerraba una burla a su defecto físico, le respondió
ásperamente: — ¡Como usted ve!
Recuerda que los
demás te necesitan tal como el Señor ha querido que fueras. No conviene que te
pongas una máscara o representes una comedia. Anímate a ti mismo: “voy a
llevarles algo especial, pues nunca se encontraron ni se encontrarán con
alguien como yo; soy una persona única salida de las manos de Dios”. Dios te
valora, hazlo tú también.
Padre Natalio
Sagrado
Corazón de Jesús. Mil gracias por
concederme un día más para adorarte y
servirte. Hagamos como decía San Agustín: Señor a Ti
solo busco, a Ti solo amo y tuyo quiero ser.
Mi único deseo es conocerte y amarte. (Sol
1,1,). La mies es mucha y pocos son los obreros
para recogerla. El Señor dijo: Vengan a mí los que estan
cansados y agobiados, que yo los consolaré Mt 11.28. Es la
Palabra de Dios. Alabado sea Jesucristo. Amén.
Yo dibulgo cada día Pequeñas Semillitas, con el
vehemente deseo de que se propague la Fe, en
el Sagrado Corazón de Jesús y suplico a
todos los creyentes y no creyentes, que pidan al
Señor Jesucristo en oración, que no haya más
guerras ni hambre en el Mundo, ni atentados
terroristas, ni políticos de guante blanco y reine la Paz,
así como el amor, en todos los rincones del Orbe. Así
sea. Detente, el Sagrado Corazón de Jesús, está conmigo. Casimiro López