Miro las herramientas, El mundo que los hombres hacen, donde se afanan, Sudan, paren, cohabitan.
El cuerpo de los hombres prensado por los días, Su noche de ronquido y de zarpazo Y las encrucijadas en que se reconocen
Hay ceguera y el hambre los alumbra Y la necesidad, más dura que metales
Sin orgullo (¿qué es el orgullo? ¿Una vértebra Que todavía la especie no produce?) Los hombres roban, mienten, Como animal de presa olfatean, devoran Y disputan a otro la carroña
Y cuando bailan, cuando se deslizan O cuando burlan una ley o cuando Se envilecen, sonríen, Entornan levemente los párpados, contemplan El vacío que se abre en sus entrañas Y se entregan a un éxtasis vegetal, inhumano
Yo soy de alguna orilla, de otra parte, Soy de los que no saben ni arrebatar ni dar, Gente a quien compartir es imposible
No te acerques a mi, hombre que haces el mundo, Déjame, no es preciso que me mates. Yo soy de los que mueren solos, de los que mueren De algo peor que vergüenza. Yo muero de mirarte y no entender
Besitos
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