A la orilla de
un frondoso bosque, bajo una hermosa cascada, residia el hada del amor
eterno. Con su varita mágica le entregaba la felicidad al caminante
que se adentraba en sus dominios. Un día se acercó a su nido de amor un
ruiseñor, que por haber perdido su cante estaba muy triste, y no podía
ofrecer sus trinos a su amada, que estaba cubriendo su prole; él sabia
que si dejaba de alegrarla con su canto melodioso desfallecería, y
también sus pequeñuelos que estaban por nacer. Por lo que le suplicó al
hada del amor se apiadara de él tocándole con su varita mágica, le
devovería su trinar, ya que es sabido que si el ruiseñor deja de
enamorar a su compañera mientrass incuba ella muere de pena en su nido.
El hada del
amor se apiadó de él y le devolvió su melodioso trinar aumentado de
tonalidades cadenciosas ya que también es sabido que el amor hace
milagros y puede mover montañas.
También es
sabido que el amor, debe nacer cada día, nunca se ha de olvidar su
cultivo, ni la canción diaria de un te quiero, cuánto te amo amor mío...
yo soy tu ruiseñor enamorado, que no dejará ni un solo momento de
adorarte y cantarte nuestra canción de Amor Eterno.