Aquella noche cuando conocerte pude, Cuando mis ojos lograron verte y mis manos alcanzarte, Invierno era, y lo volviste primavera.
Noche fría que en llamas ardía, El sol de tu mirada, fulgurante me abrazaba, El canto del zenzontle en tu sonrisa reposaba.
Aquel abrazo que hizo florecer las rosas, Y el beso aquel, que destilo mieles sabrosas; Manantiales nacían de tu estatura hermosa.
Dedicado a Juana María Sahagun Uribe
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