No soy yo el que te ama ni el terco que no te olvida, eres tú la que provocas que lo haga: y lo hago. Y quizás no lo sabes; pero no hago más que comer de ti, morir de ti y hablar de ti. No soy yo. Eres tú la que irrumpes sin avisar y de este oneroso modo.
Mis pasos sobreviven
Al lado de los tuyos y aunque camino poco, senderos hay muchos, aléjate, porque te alcanzo. ¡Que si lo logro! Pídeme como siempre, que me largue de inmediato, y si no, solo sonríeme.
Porque tu perfil es motivo de conatos joviales, y es que no soy yo el que se enreda en el axioma de tú cuerpo, eres tú la que teje mi punto débil: tú.
Eres yo, cuando dices que si y cuando dices no, también… Soy adentro de ti, como el sol a las dos de la mañana.
Soy el vendedor inoportuno,
el semáforo en rojo, la fila del banco, la sal en el café y tu haces de mí, un papel que dice:
Florecita de abril, azucena de todo el año, jazmin febril y rosa que mata, y que arrebata sin daño lo mejor de mí.
Colaboración de Ramiro Barron Marquez
|